Comienza la película, ajustas tu trasero en la butaca y piensas: bien, vale, una de abogados, complots empresariales, corrupción entre particulares, etc, etc. A los pocos minutos empieza el mosqueo: "esto ya lo he visto yo cientos de veces... y algunas con más salero". Te dices: "démosle una oportunidad, quizás la cosa mejore..." Pasa más de media hora y, lejos de mejorar, va cayendo en picado y caída libre: el personaje de Tom Wilkinson se ha vuelto majareta y eso pone nervioso a sus antiguos colegas sin escrúpulos, pero, ay, sigue sin entenderse un pimiento la historia (a esas alturas, la historia importa eso, un pimiento). Así que, muy a nuestro pesar, te vas de la sala, paras el DVD o cambias de canal (lo que corresponda).

Y a la película, que le den.