En los últimos años me he volcado a las series televisivas, relegando un poco el cine de largometraje. Parece que a la mayoría de los espectadores les pasa algo similar. Y si ocurre, es porque "la temporalidad" de las series permite desarrollar la historia con lujo de detalles, aunque también haya abuso comercial de ello.
Coincido con la mayoría de las críticas en que prácticamente este no es un producto de calidad artística en ninguno de sus aspectos. No es "Crematorio", ni "Cuéntame", ni la magnífica coproducción "Vientos de Agua". Y ni que hablar de series inglesas de temática histórica como Game of Thrones, etc; o tantas norteamericanas de diverso género. Pero no puede desconocerse - y mucho menos soslayarse - que es un producto al que siguen millones de personas. Y que cuando ello ocurre, más que ante un hecho "mediático", estamos ante un fenómeno de órden sociológico que merece ser tenido en cuenta.
Es cierto: Aguila Roja adolece de todos los defectos formales largamente enumerados; pero defiende valores encomiables. Y lo hace sin escatimar las universales contradicciones humanas. Ni siquiera su personaje referencial es un "arquetipo" sin flaquezas, aunque su figura de super héroe esté preservada.
Pero simultáneamente, con Aguila Roja llega semanalmente a los hogares españoles la memoria de lo que han sido objeto, el recuerdo de las atrocidades pasadas, remotas y no tanto. El recuerdo del desentendimiento y la iniquidad del poder sobre el pueblo, de la miseria, de la ignorancia, de la superstición, del oscurantismo, de la hipocrecía, de la crueldad, del miedo. Un sinnúmero de circunstancias que han signado al pueblo del Quijote tanto como su reciente y prolongada dictadura. Un espantoso menú de circunstancias que, en el relato, parecen obra de un pasado lejano, no tan lejano...
Porque aunque desde la vigencia de la democracia hayan nacido millones de personas, aún anida en su seno una generación criada a la sombra de la dictadura en la que habitan muchos más "nostálgicos" del totalitarismo que los que uno cree. Muchos más...
Más allá del nivel de exigencia de cada espectador, muy probablemente gran parte del público seguidor de la serie no ha de ser conciente "del por qué" del atractivo de un producto cuyo fruto estético es deficiente. Pero seguramente, en ese misterioso espacio compartido que llamamos "inconciente colectivo", estará instalada la necesidad de no olvidar de donde se ha venido.
Y a dónde, tras siglos de inmolaciones populares, se ha llegado.
Por ende, Aguila Roja no es una mera serie televisiva: es un "tener presente" lo que no puede volver a ser.