Al observar en la proyección “Un lugar donde quedarse” esos permanentes viajes de Burt y su esposa Verona (John Krasinski y Maya Rudolph) tras la búsqueda de la felicidad, el temor al fracaso y cómo vivir. ¿Qué podría reflexionar la gente joven al salir de la sala de proyección de la reciente película de Sam Mendes? Pues muchas cosas, pero particularmente considero que la idea en la pareja es la de realizar proyectos de vida común y aspiraciones del bienestar familiar.

Y ese es el quid en los viajes de la joven pareja, que a la larga, es la metáfora y una reflexión en clave de comedia romántica del cineasta Mendes, acerca de la sociedad norteamericana. Una road movie que nos adentra además en nuestro interior para preguntarnos se hemos fracasado o no en la vida.

En este último aspecto metafórico de los viajes, bien podríamos establecer una conexión con la cinta “Up in the air”, de Jason Reitman, y enfatizar dos corolarios: que mientras recorramos este mundo, procuremos, al igual que los personajes de ambas películas, que nuestra “maleta de viaje” sea ligera. O visto de otra forma lo entre comillas ¿Cómo recorrer sin angustias, sin la prontitud de un mundo apresurado por todo y hacer una buena elección de vida? De pronto (y lo dejo a su consideración), la respuesta puede estar en “Un lugar donde quedarse”, título en español que bien valdría para el film de Reitman.

Dividida en partes de acuerdo al viaje de la pareja, “Un lugar donde quedarse” también podría leerse como una ácida reflexión de las formas de ver la vida y una vez más del sueño americano. Si para los seguidores de Mendes, no resulta ser la mejor película, si podemos llegar a la conclusión que es un cineasta que nos habla de cosas sencillas y de la manera más sencilla.

Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)