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Voto de gonzalo restrepo sanchez:
9
Drama. Comedia Después de haberse dado a conocer en París, un pintor regresa a su pueblo natal en pleno campo. La casa en la que pasó su infancia cuenta con un espléndido jardín, pero él ni sabe ni le apetece cuidarlo. Por eso pone un anuncio en el periódico local solicitando los servicios de un jardinero. El primer y último candidato es un compañero al que no veía desde los tiempos de la escuela. En su contacto diario con él, el pintor descubre a un ... [+]
29 de agosto de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Conversaciones con mi jardinero” es la metáfora sobre las diferencias personales, sociales, culturales e intelectuales si se quiere —las que precisamente los une—, y que nos permiten reconciliar lo irreconciliable, si es que realmente ello existió: Aprueba aproximarnos más los unos a los otros. Que nadie tiene la verdad absoluta, para buscar una felicidad que debe ser buscada sin aspavientos. Además que no los necesita —me refiero a la felicidad—.

Y es que en esa honesta relación de amistad —que significa transparencia— entre dos hombres, afloran sus respectivas conductas de sus respectivos procederes, de sus pensamientos y de sus oficios particulares. ¿A qué me refiero? Pues a la metáfora de los seres humanos en sus antagónicas formas de percepción de la realidad de la vida: El artista, es el ser humano que a la postre es producto de un marketing, de una sociedad de consumo donde hay que aceptar las reglas de juego, aunque a la larga; la realidad de ese hombre sea la de un pobre desdichado.

El jardinero, es el ser humano que a la larga es producto de sus propias convicciones, donde la sociedad no le afecta y desconoce por su ignorancia ciertas reglas de juego preconcebidas por el hombre; lo que a larga lo conduce a estar lleno de dicha.

Y en esta oposición de realidades metafóricas entre el jardinero y el pintor (la verdad no es realidad, la realidad es percepción), se desarrolla una historia sobre la transparencia de nuestras diligencias. Film amorosamente realizado y que a la larga nos debe conducir a pensar sobre los actos predecibles del hombre: Que el espectador, tomado de la mano de la empatía por el jardinero que vemos en la pantalla, entendemos su vigor y felicidad; que el señor intelectual termina regando un jardín, entendemos la simple y sencilla idea, de que vivir la vida a la larga no es tan complicado.

Además, añadiría que llegando casi al minimalismo y a la simplicidad de los sonidos —los del campo como sinécdoque del silencio—, encantador espacio donde el ser humano puede hablar mejor consigo mismo y lejos de las grandes urbes; el realizador francés se mofa de aquellos espacios que nos invitan a “hablar” y no lo logran.

También podríamos pensar en el aporte impresionista del relato en “Conversaciones con mi jardinero”. Pero es inexcusablemente y oportuna la lección que nos da el filme —como la vida misma—. ¿Cuál debería ser ese espacio para que, quienes habitamos en este planeta sin ese “ruido” avasallador de la cultura del marketing y los poderes mediáticos; no intente usurpar más nuestro estilo de vida? Formúlese usted mi querido lector esa pregunta, en la soledad silenciosa de sus pensamientos. Es que además: “El silencio es un amigo que jamás traiciona”.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)
gonzalo restrepo sanchez
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