La historia parece sencilla. Sin embargo, a la hora de abordar la lectura mucho más allá de lo observado, podemos descubrir una alegoría memorable sobre las recompensas que aguardan al virtuosismo, describiendo para ello el universo de Jenny.

la clave del asunto está al comienzo en los primeros planos de la película: Vemos sobre el cielo unas aves volando —en una evocación plena de libertad—. Y como un presagio vemos a Jenny que duerme en una cárcel, y cuando despierta, descubre —sin alterar sus nervios— que una compañera se había ahorcado, y toma de su bolsillo un cigarrillo que enciende. A partir de esta idea audiovisual, alertando la trama al espectador un piano que es llevado en un destartalado auto a la cárcel y con el suicidio más natural visto en la pantalla, "4 minutos" de Chris Kraus entre creación y destrucción: Avisa a una intriga y un destino que abre y cierra emblemas en su más estricto sentido semiológico, sin la intuición de múltiples lecturas.

Si bien la vida carcelaria mostrada en el cine ("Brubaker", de Rosemberg, por ejemplo, o el caso de "Celda 211" en España, de Daniel Monzón, este año pasado) resulta truculenta como atañe al género carcelario, algunas escenas propias de ese microcosmos en "4 minutos" como la antítesis entre las dos mujeres, los paralelismos metafóricos sobre el sutil mundo de la música, donde las manos de Jenny pulsan las teclas del piano, con estruendo y cada uno de sus golpes; indican la más sublime exaltación del talento, de la creación y oposición.

Siempre he sostenido que creación es contradecir lo establecido, pero no es ir a contracorriente por el mero hecho de serlo. Es como en el film, que por más que queramos imbuirnos en nuestro mundo aceptando o no culpas, siempre la creación que va más alla de lo previsible, demuestra la libertad, aun en el encierro que supone tener normas.

Esto también podría conducirnos al hipertexto, ya que las dos mujeres: La octogenaria profesora de piano y Jenny, resultan ser a la vez, ese par de demontres, aguafiestas, resentidos. Uno, el que goza de la prerrogativa del gran maestro, para ejecutar la música que se le antoje, solo que sin salir de los límites de la imaginación en Jenny. Y para su profesora, la atalaya superioridad que la faculta de valorar los méritos de aquel, que carece de cualquier límite.

Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)