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Voto de gonzalo restrepo sanchez:
6
Drama. Romance Cuando el escritor Mateo Blanco (Lluís Homar) viajaba con Lena (Penélope Cruz), la mujer de su vida, sufrió un accidente de coche que lo dejó ciego. Harry Caine es el pseudónimo con el que firma sus trabajos literarios. Como director de cine usa, en cambio, su nombre real. Harry Caine vive de los guiones que escribe gracias a la ayuda de Judit García (Portillo), su antigua y fiel directora de producción, y de Diego (Tamar Novas), el ... [+]
28 de julio de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La reciente película de Pedro Almodóvar tiene el aroma de las mejores películas del cine dentro del cine. Tonos que por momentos me aproximan al mejor cine negro. No obstante, esta película del director de cine español, trata sobre la vida de un cineasta (Lluís Homar) que quiso ser alguien además de él mismo —como lo dice para sí el personaje Harry Gaine al comienzo de la cinta— y de “las huellas de su película”. Entendiendo lo entre comillas, como la película nosotros mismos nos forzamos en el acontecer de la vida con sus horas oscuras: Todo, metafóricamente hablando.

Además, como él mismo sentencia: “Me convertí en mi seudónimo”. “Los abrazos rotos” es un relato que va del presente al pasado, de la misma forma que los sentimientos del cineasta ahondan en sus imágenes en medio de su ceguera. En este devenir de los recuerdos, es evidente que una mujer (Penélope Cruz), llamada Lema y Severine en algún tiempo, es el eco de la pasión, pues a pesar de ser amante de un poderoso financiero —en una magistral actuación de José Luís Gómez—, no aparta su mirada de Gaine.

Si bien “Los abrazos rotos” es un filme de los que divide opiniones a propios y extraños. Está claro que habla con acentos muy convincentes del amor y ¿sus limitaciones?, la libertad, las ilusiones que vivimos; donde los personajes miran y nos hacen mirar nuestras propias culpas. Existe pues una emoción pura, muy transparente, que llevada de la mano musical de Alberto Iglesias, nos agrada.

Gaine es la metáfora de los hombres ciegos, quienes siempre tienen una historia lejana que contar, aunque sea huidiza. La nuestra quizá. El pasado, decía Proust, no sólo no es fugaz, es que no se mueve de su sitio. Y como dice Harry Gaine al final: “la película hay que terminarla”. Está claro que habla de la suya y la de los demás — ¿la de nosotros quizá?—. En la oscuridad de la sala, en medio de la proyección de los créditos finales, de pronto está la respuesta.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic, Barranquilla, Colombia)
gonzalo restrepo sanchez
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