Titulo así mi crítica porque el gran defecto que encuentro en esta serie, (sobre la que descansaban unas aceptables expectativas de un servidor), es su condenada tendencia a acelerarse de forma incomprensible. Tanto que, a veces, mi cerebro confunde a Shark con Buenafuente (que suele venir después). Y es que Shark tiene una velocidad en su narración demasiado acusada, llegando hasta el punto de que transforma la pretendida agilidad que quiere transmitir la serie en una atropellada transición de discursos de nuestro carismático fiscal a su ignorante equipo hasta la resolución de los diferentes casos que, siempre, quedan como demasiado facilones.

Me parece que poco interés tienen sus guionistas en que los espectadores disfruten de una serie de abogados. Antes al contrario. Se presentan unos casos medianamente claros (vamos, que es culpable hasta Perry Mason) con una fugaz introducción del crimen a lo CSI. Ocasionalmente, aparece alguna complicación durante el desenlace, por aquello de mantener "en vilo" al espectador. No obstante, el citado escollo da pie al lucimiento personal de un actor al que respeto, como es James Woods, que aparece claramente en la serie como reclamo para el personal con interpretaciones grandilocuentes, a veces exageradas y poco creíbles aun dentro del sistema de justicia americano. Si a eso le añadimos un equipo de fiscales de lo más (con permiso) "esaborío", tenemos una ligera idea de a qué tipo de serie nos enfrentamos.

Conclusión: Buena idea este Shark, pero adolece de demasiada "parquedad".