Cuando uno adopta la costumbre de puntuar películas, libros, discos, etc., pronto se encuentra con el problema de establecer qué es un diez; o, más difícil todavía, qué es un uno; ¿Y un cinco? Por ver de simplificar un poco las cosas, y centrándonos ya en el cine, decidimos clasificar las películas y establecer patrones distintos para cada género. De esta forma, cualquier co-media deberíamos valorarla teniendo en cuenta que hemos visto Luces de la ciudad, Primera plana o El guateque. El problema es que estas películas son geniales, pero no logran hacer reír —no a mí, al menos—. Quiero decir que sus gags son genialidades, y desde luego nos arrancan una sonrisa detrás de otra, pero se trata de sonrisas admirativas, no divertidas. Por eso deberíamos situarnos más cómodamente en una subcategoría dentro de la comedia para valorar películas como Ni en sueños. Llamémosla Comedia Chorra, Comedia Simplona o Típica Comedia Juvenil Americana; no importa. Una subcategoría en la que se le pueda poner a Ni en sueños un ocho sin la sen-sación de estar cometiendo sacrilegio. Porque sí, esta es una comedia simple, sin genialidades, sin profundidad —se supone que habla de la autoestima… en fin—, con el argumento más convencional que puedan imaginar y un desenlace que acaba de hundir la trama definitivamente en la mediocridad; y, sin embargo, consigue descollar entre las comedias con el mismo esquema que se estrenan cada año. La razón es simple: sus bromas tienen gracia; sus personajes tienen gracia; la película, en fin, es graciosa, y estarán de acuerdo conmigo en que esto no es tan habitual como debiera.