Muchas son las escenas que me llamaron la atención, pero destaco dos, especialmente: aquella en la que la madre de Ronnie (el pedófilo del barrio) le habla a su hijo del milagro que somos los seres humanos por perseverar y seguir adelante pese a ser constantemente conscientes de la fragilidad y finitud de nuestros seres queridos, y aquella en la que Sarah se encuentra con Ronnie de noche, en las hamacas del parque. Me gustó también esa voz en off que se cuela en algunas escenas, haciendo comentarios filosos y a veces sarcásticos.

Me despido con un detalle que me dejó pensando (ojo que revela un pedacito del argumento). Me sorprendió que, aunque Brad es el padre afectuoso, siempre feliz de compartir el tiempo con su hijo (en contraste con Sarah, que parece constantemente irritada por la presencia de su hija), a la hora de abandonar sus hogares, Sarah decidiera llevarse a su hijita y Brad, en cambio, escogiera abandonar al suyo.