Tarantino vuelve a imitar lo que ama y lo hace desde los títulos de crédito, pasando por la BSO, el montaje -esos primeros planos logrados con la aceleración del zoom de la cámara-, y hasta los flashbacks. Hace un uso exquisito de la cámara lenta que lejos de incomodar ayuda a crear esa atmósfera de cine sucio de los sesenta. Incluso las secuencias puramente musicales que seguramente más de uno ya criticó, son parte de esa creación que junto a la gran puesta en escena logran recrear el ambiente cinematográfico al que nos quiere remontar Tarantino.

La película es un gore visual y sonoro y una comedia de principio a fin. Tal y como es en general el cine de su autor. La sangre saltando por todas partes es comedia pura, y esos diálogos tan trabajados y a los que le dedica minutos en su narración son un placer. La explicación de DiCaprio con el cráneo, la historia de los Nibelungos que se monta Waltz en esa escena que ya hasta han comparado con "Secreto en la montaña" (Ang Lee, 2005), o la teoría de Jackson sobre las torturas de los esclavos, o sencillamente esa burla al KKK y sus máscaras mal hechas.

Pero Tarantino es un romántico, algo que a veces no se nota por ese exceso de violencia y el humor ácido que suelen decorar sus narraciones. No obstante lo más importante en varios de sus guiones es el amor, aquí nuevamente una historia de profundo amor es la desencadenante -nunca mejor dicho- de todo el torrente de sangre y vísceras. Ya en el guión de "Escape salvaje" (Tony Scott, 1993) el amor era la base de la narración, en "Tiempos violentos" (1994) también hay varias historias en torno al amor siendo la más clara la de Willis y de Medeiros, la idea toma otro rumbo en "Kill Bill" (2003/2004) donde el amor se transforma en venganza a causa de un imprevisto embarazo, e incluso en "Bastardos sin gloria" (2009) coloca una escena "romántica" entre la judía y el soldado actor.

Siempre muy bien acompañado por una fotografía de lujo y un reparto que dirige con elegancia. DiCaprio y Waltz se roban las escenas, pero la breve aparición de Jackson tiene lo suyo, y Foxx y Washington cumplen con creces.

Lo mejor: la capacidad de Tarantino para divertir, su película dura más de 2 horas y media y sigues pidiendo más.
Lo peor: la música rap que mete en un tiroteo, sencillamente no da.