Porque no pienso bañarme nunca más en la puta vida.

--Miedo psicológico:
El reto que gana Hitchcock es asustar sin ser explícito, el hombre no muestra nada y sin embargo tu te orinas en cada meneo de la cámara. Además es maravilloso como se toma su tiempo para filmar. Toda la escena de la limpieza del baño casi a tiempo real, no te das cuenta porque no está filmada en un plano secuencia, pero la realidad es que ves desde la marca del desinfectante hasta que se va la última gota de sangre. A la charla sobre pájaros -¿un anuncio para lo que filmaría 3 años después?- también le dedica varios minutos, sin dudas es el momento donde Bates desnuda su desordenada psicología.

--Macguffins:
"El Gordo" fue quizás el amo del macguffin y de cierta manera también se hace presente en este film. Los famosos 40 mil que enfoca todo el tiempo y hacia donde guía a nuestra mente confundida no son más que una mera excusa para montarse el resto, no tienen ni medio valor en si mismos, la prueba más gráfica es la frase final del psicólogo (*).

--El humor en Hitchcock:
Sin dudas este director fue uno de los más grandes comediantes del siglo pasado. No es que yo haya enloquecido más que Norman Bates, pero no paro de reír en cada una de sus películas, sólo basta con ver las presentaciones que hacía en los capítulos de su serie. Aquí filma todo tipo de escenas perversamente graciosas (la ducha, la escalera, la madre, la peluca), no quieres reírte porque sabes que lo que ves no es gracioso pero no puedes resistir la tentación.

--La psicología según Hitchcock:
Todo el planteamiento que hace aquí no es simplemente una excusa para generar terror, hay varias cosas interesantes en el relato que retratan muy bien los efectos de una enfermedad tan compleja como la psicosis. Un niño retraído, celoso de mamá, incapaz de socializar. Lo que sí me sobra es la explicación final del psicólogo, si el espectador no entiende es su problema, pero tratarlo por idiota y explicarle detalladamente lo que ocurre me parece pedante.

--Manipulador:
Aunque digan lo contrario, es obvio que al gordinflón no le caían muy bien los actores independientes, prefería a aquellos que el podía manipular a su antojo, así conseguía que hicieran los movimientos exactos que él quería. De esta forma consigue recrear -a propósito- escenas totalmente exageradas.

La cara final de Perkins es para encuadrarla y colgarla frente a tu cama a ver si sueñas con los angelitos. Esta es la cumbre del terror psicológico y de la perversidad cinematográfica. Aderezada con unos créditos iniciales tremendamente vanguardistas a cargo del genio Saul Bass; y una BSO que quedará en la historia, junto a la de John Williams para "Tiburón" (Steven Spielberg, 1975).

Lo mejor: la dirección de un verdadero maestro del suspense, la perversidad, el terror, y el humor.
Lo peor: esa explicación groseramente explícita al final.