Se refugia notablemente en su descarado sentido del humor, el cual es un placer sobre todo para los oídos. Con un montón de diálogos en la línea de "¿qué pasa si cuando nos despertamos nos está poniendo una probeta en el ano?", o claras referencias a las diferencias entre Estados Unidos y Gran Bretaña: "mejor porque el té en Norteamérica es raro". Y formas muy originales de reírse de los clichés del cine de aliens ochentero, gracias a una atrevida ridiculización de personajes, Bateman como "hombre de negro", protas nerds fanáticos de las rarezas -el cómic de la chica de las tres tetas-, y un alien poco convencional que afirma haber sido co-guionista de "E.T." (Steven Spielberg, 1982).

El acierto de Mottola y de la dupla de guionistas/protagonistas es lograr que su producto funcione tanto como comedia verde, parodia, film de acción, road movie y hasta como ciencia ficción -en el sentido más libre del género-.

El reparto es tan acertado y se denota tan comprometido, que hacen de la jornada un goce mayor. La pareja de protagonistas acostumbran trabajar juntos así que no es de extrañar la gran química que poseen, y es que son todo un cague de risa. Wiig está inspiradísima en esa especie de Elle Driver -tuerta- religiosa y virginal que sufrirá un gran desacate. Bateman, como ya mencioné, haciéndose el hombre de negro en uno de los mejores roles de su carrera. John Carroll Lynch como el fanático religioso con escopeta incluida. Jane Lynch como la dueña de ese bar para "aliens". Y lo mejor: ese cameo/homenaje de Sigourney Weaver, para muchos, todavía, la gran reina/heroína del género.

A mí me hubiera gustado que evitará un poco la escatología, algo que muchos mezclan con el humor verde y que en realidad son cosas muy distintas.

Inolvidable la absurda escena de la revivida del pájaro.

Lo mejor: un humor que no pretende ser en absoluto infantil, y que por el contrario disfruta de su grosería.
Lo peor: una trama poco jugada, podría haberse enrevesado más.