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Argentina Argentina · Hija no reconocida de Madonna
Voto de Ketty Analfer D:
8
Drama Don Birnam (Ray Milland) es un escritor fracasado a causa de su adicción al alcohol, adicción que lo ha destruido física y moralmente y lo ha convertido en un hombre desprovisto de voluntad. Con tal de seguir bebiendo es capaz de todo, incluso de robar. Tanto su novia (Jane Wyman) como su hermano intentan por todos los medios regenerarlo, pero sus esfuerzos parecen estériles. (FILMAFFINITY)
12 de junio de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Milland es un tipo que toma por vicio puro y duro, no porque al hacerlo se sienta mejor, sino porque lo necesita. Si bien en un momento confiesa tras varios tragos que siente Shakespeare, también es consciente del deterioro que le causa la bebida.

El detallismo con que Wilder logra captar y retratar el horror de esta enfermedad es tremendo. Las formas en como el protagonista busca desesperado el ingenio para esconder sus botellas, los empeñamientos, y esas alucinaciones que llega a tener. Incluso el nivel de degradación y humillación que alcanza el personaje es también imponente, desde robar una cartera, amenazar a un barman, hasta prostituirse en el sentido propio de la palabra.

Hay que reconocer que algunas cosas no cuadran demasiado en el guión, el exceso de paciencia que tienen el hermano y la novia -la que casi sin conocerlo se arriesga llevar un noviazgo con un tipo que confiesa su problema- es poco creíble, incluso forzado. Lo mismo ocurre con ese final, el cuento del escritor que lucha internamente con el borracho no es muy convincente.

Destacar, por supuesto, la actuación de Milland, que si bien tiene momentos sobreactuados como cuando bebe un vaso sin levantarlo de la mesa después de un período de abstinencia, en el resto de la cinta es él quien carga con todo el peso de la misma.

Y por último, la banda sonora, de un corte casi terrorífico que se acopla estupendamente con el tono amenazante y agónico del relato.

Lo mejor: el realismo en el accionar del ebrio.
Lo peor: los secundarios parecen marionetas al servicio del protagonista -narrativamente hablando-.
Ketty Analfer D
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