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España España · Madrid
Voto de ordell:
1
Drama. Thriller Un joven hastiado de su gris y monótona vida lucha contra el insomnio. En un viaje en avión conoce a un carismático vendedor de jabón que sostiene una teoría muy particular: el perfeccionismo es cosa de gentes débiles; sólo la autodestrucción hace que la vida merezca la pena. Ambos deciden entonces fundar un club secreto de lucha, donde poder descargar sus frustaciones y su ira, que tendrá un éxito arrollador. (FILMAFFINITY)
6 de enero de 2008
41 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inexplicable la legión de fans de esta película. Sinceramente, la única razón que encuentro para esa cuestión es que el público se quedara muy impresionado ante su sorpresa final. Como yo ya había visto el final de la película antes de verla completa, supongo que tan estúpido giro de guión no pudo hacer mella en mi capacidad crítica.

Seamos realistas. "El Club de la lucha" es un gran monumento a la nada. Vale que sea muy nihilista y todo eso, pero es que de algo tiene que hablar. Y me refiero a tratar un tema en profundidad, no en quedarse en un panfleto anticapitalista de pega. Porque me da a mí que no se puede ser muy anticapitalista al amparo de la Fox, una de las más grandes multinacionales del mundo. Brad Pitt se pasa la película lanzando parlamentos que parecen muy profundos pero son totalmente huecos, una simple repetición de ideas ya escuchadas. Tampoco trata sobre la violencia, por muy gráficamente que la muestre. Ni sobre la diferencia entre lo que somos y lo que queremos ser, pues eso se queda en un mero apunte. En el fondo, es tan profunda como cualquier producción comercial, anticapitalista o no.

Los actores son lo único que que no está mal, aunque ninguno sea memorable. Yo le tengo una tirria especial a Brad Pitt, pero aquí no molesta demasiado (a pesar de su infame vestuario) ni pone demasiados morritos. Edward Norton agacha la cabeza todo lo que puede y Helena Bonham Carter se pasea por ahí poniendo mala cara para parecer una neurótica suicida.

En cuanto a David Fincher, se puede decir que aquí encontro un guión a la medida de su estilo: falso, artificioso y efectista. No tengo nada contra su estilo videoclipero, pues en otros directores me parece muy atractivo. Pero Fincher se empeña tanto en parecer moderno y alternativo que lo único que se le ocurre es menear la cámara para marearnos y que vomitemos las palomitas. Sobre todo al principio, con esos falsos planos secuencia a 300 Km/h que ya me hacen aborrecer su estirpe.

Una película que solo impresionará a gente muy impresionable. Y puede que a anticapitalistas que utilicen a las multinacionales para difundir "sus" ideas.
ordell
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