Como documental, por su contenido, su clarividencia, su acidez, y sobretodo la hipocresía que desprende (primero el propio Moore, pero muchos más el resto de personajes que aparecen en su cinta), nos encontramos ante un especímen único, y uno de los documentales más necesarios de la década.
Cuando los quejosos protestan de la preocupación de los ecologistas por cambios climáticos, agujeros en la capa de ozono y demás ¿sandeces?, alegan que "sí pero, ¿y nosotros?". Pues aquí están/estamos.

Este documental retrata la sociedad americana, de manera extremista, pero no por ello menos real. Que haya una panda de subnormales en un país no ha de relajarnos por el hecho de que sean "una panda" y no la mayoría. El problema es que los haya.
No nos engañemos, no es éste un problema de los estadounidenses, aunque así lo quiera ver Moore, es un problema de la sociedad humana en general (incluidos los canadienses) sólo que los yankees son el mejor ejemplo de lo que no hay que hacer.


Dicho todo esto, la pega es el rodaje. El documental tiene una aplicación de los medios tan triste que hay que ser muy partidario de sus ideales para tragárselo entero. Una cámara horrenda, unas imágenes de los más sucias, y no es excusa su género, ya que ejemplos de lo que alcanzan algunos los hay.
Ahora que Moore tiene dinero de sobra, debería añadir a su próxima maravilla un equipo técnico de verdad. El público lo agradecerá, y su idea calará más hondo.

Aún así, el mejor documental político del año... y de parte del extranjero.