Soderbergh se reunía por segunda vez con sus ex-amigos para rodar una secuela del remake "Ocean's Eleven", y utilizó la misma técnica que en la primera entrega: buen ritmo, buena música y un montón de caras famosas que provocan chistes fáciles pero efectivos.
Pero ya el hecho de estirar una trama tan simple es peligroso, si además se cuenta con un guión inexistente, pues tan sólo te queda que los protagonistas te salven los papeles... y no sucede.

A pesar que Zeta-Jones tenga su día despampanante y que siempre sea una alegría ver a Cassel rodeado de yankees, no pueden corresponder el poco nivel que ofrece una horripilante Roberts.
El resto pasa sin pena ni gloria.

En resumen, la cinta se mantiene entretenida sin más, con apropiada música, pero sin el ritmo ni la frescura de la primera.