Cierto es que el metraje y la manera de grabar de Gilliam es mejorable, siempre lo ha sido. Eso le impide subir un nivel en cuanto a directores de culto. Pero a pesar de todo esto, Brazil es todo un hito del cine de ciencia-ficción.

Esta jugosa versión del "1984" de Orwell nos da una imagen de un futuro incierto,... incierto para la salud mental, claro está. Porque muy cierto es para los intereses privados de unos pocos. Las actuaciones/cameos de los abundantes ilustres secundarios, como el "reparador del aire ilegal" Robert de Niro, el "cirujano plástico / estilísta homosexual" Jim Broadbent, el "jefe inútil e inseguro" Ian Holm o el "funcionario indeseable" Bob Hoskins,... son de lo más destacado de la cinta y completan una trama de sobra conocida.

Gilliam tira de finales alternativos y realidades paralelas como luego haría en "12 monos" y consigue trastornar al espectador con un humor absurdo y un contenido muy ácido. Todo ello adornado de una estética muy de sci-fi ochentera, con abundante hormigón y colores chillones.

Es cierto que la inoperancia de Jonathan Pryce y de Kim Greist, y el susodicho metraje erróneo de Gilliam, pueden hacer la cinta tediosa por momentos, pero tanto su comienzo como su final son apabullantes.

Imprescindible en su género.