Cuatro jinetes cabalgando hacia la puesta de sol: así echaban Spielberg, Lucas y Ford el telón a una de las trilogías por excelencia del cine de aventuras. Retomar al héroe en una cuarta aventura era una tarea muy arriesgada, ya que no reabres una franquicia si no tienes una historia que valga la pena contar y que vaya a superar a las anteriores. El resultado ha sido bastante bueno: no nos hallamos ante la mejor cinta de entre las tres iniciales, ni siquiera ante la mejor de las dos secuelas, pero sí ante una entretenidísima película a la vieja usanza que nos devuelve intactos el espíritu de las anteriores.

La montaña de la Paramount se convierte ante nosotros en un pequeño montículo de tierra, y desde este momento asistimos a un trepidante espectáculo en que Indiana Jones demuestra que no son los años lo que importan, sino el rodaje. Acompañado esta vez por un muy acertado Shia LaBeouf, que quizás comparta algo más con el héroe que su pasión por la aventura, Harrison Ford, que simplemente nació para interpretar al arqueólogo, se embarca en una travesía para encontrar una legendaria calavera de cristal y devolverla a su templo, perdido en las junglas de Perú. Karen Allen, volviendo a su papel de eterno amor de Indy, Ray Winstone y John Hurt son algunos de los aliados en esta nueva aventura. Cate Blanchett magistral como enemiga rusa, en una actuación para quitarse el sombrero.

Si bien la cinta contiene todos los elementos clásicos de la saga de Indiana Jones, se nota que estamos ante una cuarta parte, por lo que cierta magia se ha perdido. Esto sumado a un excesivo uso de los efectos especiales que tanto gustan a Lucas y ciertos momentos que no funcionan como debieran son los aspectos negativos que encuentro a la tan esperada incursión del héroe en las pantallas, que no defrauda. Hubiese sido mejor optar por más efectos caseros y no digitales, aunque hablando de una película de aventuras de Hollywood, demasiados pocos tiene.

Sin embargo, son detalles mínimos que no perjudican al conjunto de la película, que nos trae de vuelta al arqueólogo y profesor más admirado de todos los tiempos. La calavera de cristal se sitúa como el segundo mejor McGuffin de la saga tras la intocable Arca de la Alianza. De hecho, es con ésta con la que más similitudes guarda este "Reino de la Calavera de Cristal", teniendo en cuenta, eso sí, que los viejos seriales de aventuras de los 30 dan paso aquí a los de ciencia ficción de los 50, propiciando un final que si bien muchos verán ridículo y pasado de rosca, está llevado de tal forma que culmina la cinta de forma impecable, sin traicionar en ningún momento el estilo de estas películas.

En definitiva, no es el mejor final para las aventuras de Indiana Jones ("La última cruzada" es la que cuenta con mejor cierre) pero sí es una más que notable, casi sobresaliente, revisión del mito años después de que éste se perdiese, a galope de caballo, en la lejanía del horizonte. Y, ahora sí, punto y final.