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España España · mADRID
Voto de RARRA:
2
Thriller. Acción. Drama Batman/Bruce Wayne (Christian Bale) regresa para continuar su guerra contra el crimen. Con la ayuda del teniente Jim Gordon (Gary Oldman) y del Fiscal del Distrito Harvey Dent (Aaron Eckhart), Batman se propone destruir el crimen organizado en la ciudad de Gotham. El triunvirato demuestra su eficacia, pero, de repente, aparece Joker (Heath Ledger), un nuevo criminal que desencadena el caos y tiene aterrados a los ciudadanos. (FILMAFFINITY) [+]
16 de agosto de 2010
15 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
El preguntarse como una película como ésta llega batir records de taquilla y, peor aún, es considerada como una película maestra conduce a la melancolía. Al parecer parte el entusiasmo se debe a la presencia de Joker en el papel desempeñado por Heath Ledger poco antes de morir y con el que gano el Oscar al mejor actor secundario, quizá homenaje tras su desparición. El propio Ledger tras un estudio del personaje lo identifico como un psicópata o sociópata, un ser carente de conciencia y empatía, un asesino en serie. Un dato importante porque Nolan le dejó desarrollar el personaje de la forma que quisiera e incluso, diciendo lo que se le ocurriera.
La carrera de Nolan parece deslizarse desde un momento en que se nomina como candidato al Oscar de mejor guión original con Memento a estos momentos en que, sin dejar de intervenir en los guiones y en la dirección parece inclinarse más por la producción y por el negocio.
El caballero oscuro es una película de frases vacías, esquemáticos toques románticos, pasarela de cacos torpes, fantasías técnicas, situaciones irreales e inverosimilitudes. Todo ello entre interminables sucesiones de planos picados de Ghotam, carreras de coches, pirotecnia a gogó, explosiones y llamaradas, y multitudes tontas y manipuladas. Escenas, por otra parte, vistas mil veces y ya hastiantes cuando se prodigan con esa insistencia en una misma película.
Ahora bien, Nolan a esa pobreza de guión superpone una técnica brillante y de relumbrón que parece destinada a marear al espectador, intercalando planos y escenarios, fragmentando la narración hasta privarla de sentido las pocas ocasiones que parece tenerlo y ocultado su ausencia en las restantes con efectos especiales.
Mención aparte merece la música. Para ser más exactos, el sonido; o mejor: el ruido. Porque Hans Zimmer, el prolífico compositor de bandas sonoras , convierte a la película en una pesada sucesión de fortísimos, crescendos o simples ruidos de fondo. Da la impresión de que, como los pianistas en el cine mudo, se sienta ante la proyección de la película y mueve los mandos con los que gobierna la música electrónica. En muchos momentos recuerda a Manolo el del Bombo, sin más. Y no es cuestión es que su música sea actual, porque también los son las de Glass o las de Nyman, sino que es malísima. En fin, otro listo que sabe lo que vale el decibelio como cautivador de masas.
RARRA
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