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España España · mADRID
Voto de RARRA:
7
Comedia. Drama Carmina es una señora de 58 años que regenta una venta en Sevilla donde se venden productos ibéricos. Tras sufrir varios robos y no encontrar el apoyo de la aseguradora, inventa una manera de recuperar el dinero para sacar a su familia adelante. Mientras espera el desenlace de su plan reflexiona en la cocina de su casa sobre su vida, obra y milagros. (FILMAFFINITY)
26 de agosto de 2012
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno se compra el DVD tras haber elegido antes otros cuantos en su mayor parte de viejos títulos. Lo hace por ver el espectáculo de la rebelión contra la famosa Academia y todo el tinglado oficial o no oficial sobre el que se monta el triste negocio del cine español. Y se encuentra con una película extraña que le sorprende.
Como sorprende que gran parte de las criticas se vuelquen, más que en la propia película, en los aspectos de zafiedad y grosería que en algunos momentos tiene la película y en la dudosa moralidad de algunos personajes. Zafiedad e inmoralidad que rezuman tantas películas y que no son criticadas por ello. Nadie puede negar hasta que punto son una zafiedad e inmoralidad que es la que caracteriza a gran parte de la sociedad española que parece dispuesta a refocilarse en ella. Nadie puede negar que la zafiedad que vemos en la película, singularmente la verbal, sea artificial. Ni que en momentos sea exagerada y hasta molesta, pero eso también sucede en la vida real y, por descontado, en la televisión.
De la película como obra cinematográfica en sí se habla poco. Técnicamente muestra una gran habilidad narrativa. Partiendo de las limitaciones, voluntarias o impuestas, de los medios técnicos, la cámara se ve obligada a reducir sus movimientos y sustituirlos por una ágil sucesión de planos, alternados por visiones de objetos que vertebran los monólogos, sin ser nunca la cámara loca que finge ser la videocámara de un aficionado. Todo adoptando ese aire de documental que no es tal. El guiño final de Carmina es la culminación del guiño continuado que el director dirige al espectador a lo largo de toda la película.
La simplicidad argumental se apoya perfectamente sobre cuatro personajes que rebosan naturalidad y cuyas personalidades apenas se apuntan pero lo hacen de forma suficiente para ser expresivas. Lo que requiere las buenas interpretaciones que encontramos. Son personajes que aun careciendo de virtudes no dejan de resultar entrañables.
Más abajo subyace la vieja rencilla entre lo legal y lo justo. O si se quiere, entre la justicia formal y la justicia material.
RARRA
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