Mientras un maduro oculista ve tambalear su vida por una amante despechada, un frustrado director de cine dedica sus energías en documentar el pensamiento de un filósofo sobreviviente de los campos de concentración. Ambos, al final de la película, cargarán con una muerte: el oculista la de su amante (a quien él mismo ordenó matar) y el director de cine la del filósofo, quien decidió suicidarse a pesar de su celebración de la vida. Sin embargo, el oculista verá aquietada su vida, mientras que el director de cine ve frustrado su documental, está a punto de perder su matrimonio, y la mujer que ama ha decidido formar pareja con el tipo de hombre que él no puede ser. Sin embargo, la sensación amarga que deja Allen, la borra cerca del final, cuando, en Off, el filósofo resume el poder que tiene el ser humano de regenerar el impulso que lo lleva a seguir adelante mientras, en las imágenes, el personaje que fue perdiendo la vista progresivamente a lo largo de la película hasta quedar ciego, baila en el casamiento de su hija. En esos pocos minutos, Allen demuestra la complejidad del ser humano en toda su dimensión.