Dramática, lenta, fría, mustia… su argumento lo exige así.

Es como ver una película empezada en la que no te enteras de nada hasta el final que afortunadamente, en este caso, da sentido a todo con ingenio sin salirse de la cotidianidad de de la vida. Sus últimas pinceladas son optimistas, con lo que te permite, en parte, sacudirte la depresión que causa verla.

Lo realmente interesante es que en cierto momento el protagonista masculino consuela la muerte si creciste con cariño y condena la vida si nunca se tuvo. Ciertamente, nada hay mas cruel que crecer sin amor.