Estrenar una película en Madrid en la sesión de noche de una única sala, que forma parte del ya de por sí reducido circuito de versión original, y no estrenarla viene a ser prácticamente lo mismo. Esto es lo que ha sucedido la última semana con "Purgatorio", notable película de terror española dirigida por Pau Teixidor. Y, por más vueltas que le doy, no consigo entender por qué extraña razón Atresmedia, el coloso audiovisual que está detrás de la producción del filme, ha "matado" su carrera comercial de forma tan cruel, canalla y despiadada.

Y no lo entiendo por varias razones. Primero, porque como se está demostrando a lo largo de los últimos años, el cine español de género (y sobre todo, el de género de terror) funciona razonablemente bien en las taquillas. Segundo, porque un estreno como éste, que podríamos definir casi como técnico, condena la película a la indiferencia general y no ayudará precisamente a crear expectación ante sus futuros pases televisivos (que, supongo, al fin y al cabo será lo que le interese a la productora. A menos que estemos hablando de un piloto para alguna teleserie o internetserie, que también podría ser...). Y tercero, y lo más importante, porque es una buena película, muy por encima de la calidad media de las películas que hay en cartelera.

A partir de un guion inteligente, bien construido y, cosa rara en el género, sin trampas que ofendan la inteligencia del espectador, Teixidor pone en pie un complejo entramado que se sostiene apenas sobre dos personajes: una joven que atraviesa momentos personales, familiares y psicológicos complicados y el hijo adolescente de una vecina, del cual debe ocuparse a lo largo de una noche que acabará haciéndose larguísima.

La relación entre ambos, tensa desde un principio, crea un atmósfera angustiosa, opresiva, que casi se podría cortar con cuchillo. Y, todo, salpicado por unos eficaces golpes de escena (la película incluye uno de los sustos más taquicárdicos que he visto en mi vida) basados en la planificación y el montaje y en los que los efectos especiales casi brillan por su ausencia.

Oona Chaplin y Sergi Méndez
Luego está el tremendo duelo interpretativo que sostienen los dos protagonistas: Oona Chaplin y el niño Sergi Méndez. La primera tiene madera de estrella, y no sólo porque lo lleve en los genes y sea bellísima, sino porque posee talento y lo ha trabajado durante muchos años, lo que le permite pasar, con total credibilidad, del pánico a la ira y de ésta a la desolación en cuestión de segundos. Si algún académico ve la película, cosa que dudo seriamente, debería, al menos, ser candidata al próximo Goya a la Mejor Actriz Revelación. ¿Y qué decir de Méndez? Pues que es capaz de enfrentarse de tú a tú con Chaplin y que resulta inquietante, amenazador y mefistofélico.

Bien es verdad que el final no es un prodigio de originalidad y que no está a la altura de todo lo que ocurre anteriormente ni de las interpretaciones pero el conjunto no defraudará en absoluto a los aficionados del género. Si es que tienen la oportunidad de verla, claro.

http://www.metropoli.com/blogs/sonar-despierto/2014/04/12/canallada-terrorifica.html