Se necesita algo más que inteligencia básica para hacer de algo tan sencillo, una bella historia. Es el mundo de la inteligencia emocional masculina; simple y silenciosa, frugal, torpe, poco demostrativa, con escasas posibilidades de encajar en un mundo donde todo exige resultados y resultados sin máculas. Pero la vida no es perfección, es un constante devenir que integra todo lo que es posible y no sólo lo deseable, siendo el camino poco claro y difuminado, con altos y bajos que a veces oscurecen nuestros horizontes.
El guión es claro, un tío que debe hacerse cargo de un sobrino que pierde a su padre, única ancla real, único pedestal para un adolescente que recién explora. Cuántas vicisitudes de sencillo esclarecimiento se nos muestra en un film que necesariamente merece ser reconocido por la supremacía de sus actores y la muy notable fineza de su dirección, con música que nos ayuda a cambiar todo el paisaje y nos invita a retrotraer y reflexionar sobre cuáles son los roles que nos toca y cómo hemos de enfrentarlos en un ahora o un mañana que no conocemos o del cual no podremos dar testimonio consciente...
Spoiler: os vaticino y aseguro el Oscar para Casey.