Las sagas se alargan y se alargan en el tiempo por la rentabilidad dichosa que siempre buscan los estudios pero por el camino se va perdiendo la frescura y aquello que en algún momento les hizo ser inolvidables para muchas generaciones, que crecieron a ritmo de la música y de los golpes en el ring del bueno de Rocky balboa.
Digo esto porque la primera CREED, a todos nos sorprendió desde una puesta en escena magnífica y una dirección de actores a cargo de RYAN COOGLER notable, como también darle una vuelta de tuerca a el imaginario colectivo de esta franquicia, algo se nos ha tenido que perder por el camino en estos años que separan la una de la otra.
Todo lo que aquí vemos ha sido contado mil veces no solo en las distintas rockys sino también en otras películas deportivas y de superación personal, el guion es previsible hasta la saciedad y los personajes ya no nos importan tanto.
Ni siquiera la banda sonora uno de los puntos fuertes aquí aparece solo en pequeñas pinceladas, y a pesar de ello sea por nostalgia o porque siempre nos engancha, algo tienen estas historias que acaban resultando entretenidas.
En esta ocasión mucho hay que agradecerle a la aparición de aquella némesis musculada que llegó del otro lado del telón de acero IVAN DRAGO, encarnada por el actor sueco DOLPH LUNDGREN, que aquí junto a su hijo en la ficción, otro monstruo de la naturaleza, es de lo más destacable de la función .
Mi conclusión es que la formula está ya mas que agotada, y que ojalá esta sea la definitiva ocasión en que sacan de su retiro al señor Balboa y lo dejen descansar en su retiro voluntario, y en su jubilación del cuadrilátero en paz.