Hace tiempo, una persona me dijo que el mejor libro que se puede leer en la vida; era la biblia. Sin duda, los pasajes que podemos encontrar en este escrito, importando poco si eres creyente o no, relatan historias fascinantes y en cierta medida más humanas de lo que podemos pensar.

Darren Aronofsky se centra en el relato del Arca de Noé, para presentarnos una visión universal de la historia con su particular punto de vista. El film nos adentra al continuo proceso existencialista del hombre, por entender el ¿por qué? de nuestra humanidad y como nuestras decisiones repercuten más allá de lo religioso.

La historia avanza a ritmos precisos y pero ciertamente cambiantes, Aronofsky apunta a crear un espectáculo capaz de adentrar un cine de factura comercial, sin dejar de lado el toque de “autor”.

El guion parte de la línea original del relato, haciendo modificaciones a conveniencia de la historia, creando nuevas perspectivas, que le dan un mayor sentido y fuerza a toda la película, pero pese a los inspirados diálogos y situaciones, no logra crear una firmeza argumental perfecta, dando paso a una falsa moralidad y a conexiones forzadas.
Estas deficiencias de guion, se ven aisladas, gracias a entendimiento visual. Nuevamente el director crea una atmosfera única, que vas más allá de la espectacularidad y que sirven como tono alegórico, para crear un gran conjunto narrativo-visual. Especialmente en las partes oníricas y de relato.

Respecto a los personajes, poco a poco van encontrando su papel en la historia, como el “villano” desdibujado, aunque solo parte como conflicto con los verdaderos protagonistas; la familia de Noé. Interpretados por un gran reparto, resaltado a Russell Crowe, Jennifer Connelly y Emma Watson. Capaces de crear una lógica con sus actuaciones de acorde las situaciones a las que enfrentan. Personajes atormentados, guiados por la fe, esperando que sus acciones sean con propósitos más grandes de los que ellos pueden llegar hacer, pero que al final solo muestran, esta humanidad desperfecta, poniendo a juicio su libertad y la magnificencia del creador.

Desde mi punto de vista, el director usa como contexto, el mítico pasaje bíblico, para relatar el paso del hombre bajo su esencia y cómo repercute una deidad en juicio y aceptación de lo que somos. Una de las grandes ventajas, es el no querer convencer al espectador de la veracidad, respecto a la historia de un mesías impuesto por dios, donde este, le pide la gran misión de construir una nueva era para el mundo. Simplemente es un punto de partida, para tratar de reflejar cierta condición del ser humano.

Cabe resaltar la gran producción, desde vestuario hasta sonido pasando por una fotografía poderosa, así como una potente banda sonora que no descontextualiza a lo largo de las más de dos horas duración, encontrando el punto más bajo, en ciertos efectos especiales, como la de los ángeles convertidos en piedra, pero que se resarce por un climax apabullante.

Veo en el trabajo de Aronofsky, solemnidad y pasión en tratar de crear su visión personal, bajo una premisa que hubiera sido un total fracaso en manos de otro director y aunque la película rosa en ciertos momentos maestría, en conjunto, como en casi en todos los trabajos del director, tiene fallos puntuales. Pero nuevamente me deje perder de la mejor forma con su trabajo.

Se agradece un cine más profundo de lo que parece y a un director con determinación para poder levantar sus propios proyectos.