Nueva revisión a la mítica saga iniciada por Sam Raimi y protagonizada por Bruce Campbell, en esta ocasión "capitaneada" por Lee Cronin, un director relativamente poco conocido, pero que con este film ha dado un sonoro y bastante "sangriento" golpe sobre la mesa del género de terror.

Un film directo y que no se anda con "medias tintas" a la hora de mostrar un terrible suceso sobrenatural de origen maligno que tomará por sorpresa a una familia disfuncional que tendrá que enfrentarse al mal que ha decidido librar una batalla infernal en su propio hogar.

Lo que me sorprende (y mucho) es el nivel de sangre que se muestra durante un bien medido metraje (se agradece su duración precisa) y no escribo porque me aterre ver este aspecto, sino porque muchas propuestas similares que en cambio esquivan dicho factor en pro de la complacencia y lo políticamente correcto.

Al tratarse de una cinta que toma como eje principal las posesiones demoníacas, los productores (el mismo Raimi y Campbell) procuraron volver con el estilo que hizo famosa a la primera entrega, dotándole de artesanía a nivel visual con efectos, maquillaje y un montaje que enriquecen el temor a lo desconocido, que es el principal objetivo del film.

En el reparto principal se dejan ver Alyssa Sutherland, Lily Sullivan, Morgan Davies, Gabrielle Echols y la pequeña Nell Fisher y de soporte aparecen Jayden Daniels, Billy Reynolds-McCarthy, Tai Wano, Anna-Maree Thomas y Mirabai Pease.

Un brutal regreso que en lo personal me ha encantado.