El pretexto es sencillo, un funcionario que iba a trabajar en una prisión es abandonado en una celda durante un motín y tiene que hacerse pasar por un preso para sobrevivir. Lo que convierte un pretexto sencillo en una muy buena película es que nos identifiquemos enseguida con el protagonista, ya que pese a que no lo conocemos estamos viendo la situación desde su punto de vista. Aparte de esto, durante la película se irá desarrollando este personaje mejor con flashbacks sobre su relación con su mujer.
Hablando de su relación amorosa me parece muy forzado todo lo que sucede con su mujer, desde que supuestamente muera por dos golpes con una porra, pasando por que una embarazada se meta en una manifestación violenta con antidisturbios, hasta que no le digan la verdad desde el principio.
Se produce un cambio en la jerarquía interna de la prisión pasando por una fase de ascenso, una de apogeo y finalmente el declive. El ascenso acarrea envidia, y en una cárcel durante un motín esta se puede manifestar de forma muy violenta. Pero lo interesante es lo rápido que asciende el protagonista gracias a sus conocimientos sobre el funcionamiento del penitenciario pero también gracias a su picardía y al haber sabido jugar muy bien sus cartas. Quizás demasiado.
El final supongo que se debe a que el tema principal de la película es la relación con Malamadre. Pero parece como si los guionistas no dieran más. Han querido enfocarlo así y lo que han conseguido es darle un toque diferente a lo que se suele ver. Se nota que no es una superproducción de Hollywood y se agradece.