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Paraguay Paraguay · Buenos Aires
Voto de ElHombreAbstracto:
10
Drama En un pueblo minero de Gales viven los Morgan, todos ellos mineros y orgullosos de serlo y también de respetar las tradiciones y la unidad familiar. Sin embargo, la bajada de los salarios provocará un enfrentamiento entre el padre y los hijos; porque mientras éstos están convencidos de que la unión sindical de todos los trabajadores es la única solución para hacer frente a los patronos, el cabeza de familia, en cambio, no quiere ni ... [+]
21 de marzo de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ford cultivó como ningún otro el género Western, fue el exponente principal y el que más contribuyó a su consolidación como un género que la industria del cine ya no volvería desestimar. Fue en el Western en dónde dio sus primeros pasos como cineasta y aunque su reputación como director de culto por la crítica se había forjado en películas ajenas al Oeste, nunca se atrevió a dejarlo de lado cuando ya se había consagrado, inscribiendo su nombre entre los más ilustres en la historia de la cinematografía. Es inevitable pensar en el Western sin recordar a John Ford, es más, el Western ve en John Ford a su padre y él lo vio como a un hijo pródigo. En esta fructífera relación entre padre e hijo nacieron películas que han definido y moldeado el género en sí; grandes clásicos como The Searchers, Stagecoach, Fort Apache, The Man Whot Shot Liberty Valance, que son la cúspide del Oeste; escenas indelebles de tiroteos, de persecuciones a caballo, de duelos épicos, del intrépido héroe del Oeste que encarnaba un John Wayne que se adueñaba de toda la cinta con su autoritaria presencia, de paisajes yermos, rocosos, desolados y suntuosos de las tierras de los atracos, los sheriffs y los vaqueros que la mirada genuina de John Ford pudo captar en todas sus posibilidades estéticas, todo eso ha quedado inmortalizado en el universo del cine.
Ya hecha esta brevísima introducción a la mítica figura de John Ford como director, ahora puedo proceder con la apología a la cinta a la que esta crítica de elogio va dirigida: How Green Was My Valley. No pretendo detenerme en los aspectos técnicos ni en sus particularidades como la producción o la estructura narrativa, porque más que nada soy un adorador de monumentos del cine y no tanto un frío desmenuzador de los mecanismos con el que ese monumento fue erigido, por consiguiente, lo que deseo es dejar un testimonio personal, traducir en palabras todo ese torrente de sensaciones que este hermoso film me ha provocado cuando lo vi por primera vez, por segunda, tercera, y bueno, todas las veces que me he dedicado a repasar su emotiva historia y sus imágenes que rebosan de una belleza asombrosa, imágenes de ese valle que se asemeja a una Arcadia en tonos de grises. Ese país imaginario, jubiloso e idílico de la Grecia antigua, aquel lugar que el hombre no ha corrompido por sus ansias de progreso como civilización.
La historia se desarrolla en un pequeño pueblo minero de Gales y es narrada desde el punto de vista de Huw Morgan, el menor de una familia numerosa cuyos cinco hermanos y el padre trabajan como mineros al igual que casi toda la población masculina de la villa, dado que la mina es la que sostiene al humilde pueblo económicamente. En el inicio del film vemos a un Huw adulto recogiendo sus pertenencias para marcharse del pueblo entrañable que lo vio nacer y crecer. En el tono nostálgico con el que empieza a narrar su historia ya anticipamos el dulce racconto al que nos sumergiremos para vivir la infancia de Huw a través de la pantalla. Nos trasportamos en un mundo que parece tan ajeno al nuestro; dónde todo parece tan armonioso y contrario a los males cotidianos que nos toca padecer en estos tiempos que corren. Obreros que marchan llevando sus herramientas animadamente camino a la mina y cantando con vigor, como si de un desfile se tratara. Marchando juntos entre padres, hermanos y amigos para traer el pan a sus hogares. Conforme va avanzando la película vamos percatándonos que en ese pueblo de ensueño sucede algo que choca un poco con nuestra visión urbana del día a día; hay una unidad entre cada uno de los pueblerinos, se respira un ambiente de compañerismo y fraternidad. Todos se saludan entre sí, todos se intercambian sonrisas y buenos deseos entre sí. Aquel pueblo se asemeja a una gran familia en la que ninguno reconoce esas barreras sociales que disocia a los hombres en clases o estratos en toda sociedad. Es un valle de padres que aleccionan a sus hijos mientras caminan juntos en una pradera, de hijos que reverencian a sus padres, de hermanos inseparables que recorren un mismo camino y se respaldan el uno al otro, de madres entregadas a sus familias, de hombres unidos por un lazo en la que comparten las mismas alegrías, tristezas y sueños.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ElHombreAbstracto
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