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España España · Las Palmas de Gran Canaria
Voto de Arsenevich:
10
Drama Rosaria y sus cuatro hijos (Simone, Rocco, Ciro y Luca) abandonan su tierra natal, Lucania (la actual Basilicata), para emigrar a Milán en busca de trabajo y oportunidades que les permitan mejorar sus condiciones de vida. Allí encuentran a Vincenzo, el hermano mayor, que trabaja de albañil pero que está relacionado con el mundo del boxeo. (FILMAFFINITY)
8 de enero de 2019
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un Neorrealismo que, bien estudiado, él mismo había comenzado en 1943 con «Obsesión», su debut cinematográfico, una adaptación en clave neorrealista de «El cartero siempre llama dos veces», aparecida dos años antes que la fundacional «Roma, ciudad abierta» de Rossellini. En este caso, combinando las claves del melodrama clásico con la estructura de la tragedia griega, casi lo único que podemos apreciar de neorrealista en «Rocco y sus hermanos» es la estética, por lo demás exquisita y perfectamente representativa del mensaje de la película.

La historia de la familia Parondi (madre y cuatro hijos) que se traslada a Milán en busca de trabajo y oportunidades sirve al director para efectuar el retrato de una sociedad implacable y despiadada, pero en la que es posible encontrar resquicios para la esperanza. Es lo que parece comunicar el guion a través de la figura de Rocco, magníficamente interpretado por Alain Delon. Es en este personaje y en el de Luca, el hermano menor, donde Visconti instalará la estupefacción producto de la degeneración familiar que acarrea el inestable y violento carácter de Simone, el «hermano maldito», llevado adelante con gran solvencia por Renato Salvatori.

Visconti elabora su película en base a una serie de capítulos o «viñetas» dramáticas mediante las cuales queda planteada la personalidad de los hermanos y su respectiva evolución: Vincenzo consolida la idea de formar una familia que tenía ya desde el comienzo; Simone, que en un principio era un joven bonachón y cariñoso, acaba siendo un delincuente; Rocco se transforma en figura del deporte sin dejar de lado sus nobles sentimientos; Ciro se convierte en un joven profesional y responsable; y Luca, a las puertas de la adolescencia, asimila la realidad de sus hermanos mayores, dispuesto a asumir la vida que pronto comenzará para él. El guión, de excelente contenido y desarrollo, sirve además de como base dramática, como documento de una época. En él se observa la fascinación inicial de los hermanos por la ciudad de Milán y al mismo tiempo la añoranza que les invade por sus recuerdos del sur. También la forma en la que los «meridionales» son tratados en las ciudades del norte y, sobre todo, cómo la adaptabilidad a la vida en Milán va desuniendo a los hermanos; durante muchos pasajes se menciona que a pesar de la pobreza y la miseria que padecían en Lucania tal vez hubiese sido mejor no abandonar su tierra.

Es cierto que a la película le falta cierta redondez y que algunos aspectos o matices parecen no del todo cerrados (como el personaje de Claudia Cardinale, claramente desaprovechado), no obstante lo cual el producto final es un soberbio e inolvidable melodrama con el que Visconti da un carpetazo al Neorrealismo, ese género que el hambre y la necesidad hizo eclosionar en Italia a mediados de los cuarenta de la mano de auténticos genios del cinematógrafo. Aquí el género se desfasa y metamorfosea claramente, pero en sus explosiones románticas y viscerales parece morir con toda la dignidad que merece, arropado en una proyección de tres horas cargada de intensidad y momentos de extraordinario cine.

Párrafo aparte merecen la banda sonora de Nino Rota, como siempre a la altura de todo el proyecto, la crudísima y casi insoportable escena de la violación y, desde luego, el encuentro final de los amantes, que constituye un desenlace trágico y operístico y articula un clímax dramático estremecedor.

Enorme película de uno de los directores italianos más personales e intransferibles.
Arsenevich
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