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España España · Las Palmas de Gran Canaria
Voto de Arsenevich:
10
Western Estado de Wyoming, a finales del siglo XIX. Shane, un hastiado pistolero, llega a la granja de los Starretts, un matrimonio con un hijo que, al igual que los demás campesinos del valle, se encuentra en graves dificultades, pues el poderoso ganadero Rufus Ryker pretende apoderarse de sus tierras. Cuando Ryker se entera de que Shane es un hábil pistolero, le propone que trabaje para él. Ante su negativa, contrata a Jack Wilson, un ... [+]
8 de enero de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas películas ofrecen un esquema y una estructura argumental tan básica y minimalista como «Raíces profundas», cuyo contenido se cimenta en las bases más elementales del más primordial de todos los géneros. Como bien sabemos, complicado y hasta utópico resulta encontrar originalidad en un Western, y los méritos de películas clásicas como la que nos ocupa muchas veces se sustentan en una cualidad a veces intangible y etérea, llamémosla en este caso «magia» o «mística». Pero lo cierto es que el film de Stevens atesora un elemento que resulta impagable y que lo transforma, a fin de cuentas, en un producto excelente: la esencia misma de lo que es una película del Oeste.

Un forastero de turbio pasado (un pasado que sólo se intuye) arriba a las tierras de un campesino en el estado de Wyoming. El conflicto quedará planteado a los pocos minutos, cuando este campesino reciba la visita del terrateniente más poderoso de la región, quien le exige destempladamente que se marche para poder expandir su imperio ganadero. El héroe, atento a los resabios de la disputa, decide quedarse en la zona. Dibujado tan escuetamente el esquema argumental, a partir de entonces será la absoluta regularidad narrativa y el poder de las imágenes lo que haga el resto. Es decir: conducir la historia desde el punto A hasta el B, y de ahí hasta el Z, haciendo gala el realizador de un pulso narrativo y de un empleo de las emociones realmente admirable.

Un contenido Alan Ladd (una elección que en principio puede parecer dudosa, pero que resulta muy acertada) interpreta a Shane, un semidiós sin apellido que encarna el modelo de idealización del héroe a los ojos del pequeño Joey (impresionante Brandon De Wilde). La figura emblemática de este héroe sin duda forma parte de la iconografía clásica del Western, y encuentra en el silencioso Shane las cualidades del pistolero infalible y veloz que busca por todos los medios no desenfundar su arma. Porque si existe una particularidad distintiva en «Raíces profundas» es el hecho de que nadie dispara su arma a menos que sea extremadamente necesario. El halo de civilización y diálogo destila en muchos de los parlamentos de los personajes, que no hacen sino referirse a una «nueva ley» que veta los enfrentamientos armados. Es por eso que la irrupción de Jack Wilson (escalofriante Jack Palance) destruye la tensa armonía y la ilusoria sensación de negociación pacífica que parece prevalecer desde el comienzo. Cabe destacar no sólo la esencia de Wilson como encarnación del sicario a sueldo o pistolero encargado de «allanar» el terreno a Ryker, el inescrupuloso terrateniente, sino la dicotomía radical que establecerá con Shane nada más aparecer.

La película se funde en un baño de humanidad y emociones a través de las reacciones del pequeño Joey, quien asiste a los actos de heroicidad de Shane con los mismos ojos cándidos y alucinados que el espectador. Uno de los máximos aciertos de Stevens consiste, de hecho, en enfocar muchas de las acometidas del héroe desde la perspectiva del muchacho, siempre agazapado en un rincón, presa de una fascinación que no puede controlar. Cabe destacar, desde luego, la impresionante trifulca a mamporro limpio que enfrenta a Shane y Starrett contra los esbirros de Ryker, y por supuesto el magnífico duelo final, donde finalmente las armas hacen aparición de manera ruidosa e impactante.

Un clásico magistral que, merced a su impecable ejecución y a una fotografía intensa y colorista, se cuela entre los iconos imprescindibles del más grande género cinematográfico. Un film inolvidable que busca y encuentra, dentro de su elemental esquema y su básica estructura argumental, la esencia primordial de las mejores películas del Oeste.
Arsenevich
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