Simplemente maravillosa.
Una mezcla de la desgracia y la alegría de vivir al mismo tiempo. De contar la vida en sí misma de una manera extremadamente sencilla, lo que un cocinero diría que es un caramelo para el paladar. Una serie en la que muchos dirían que no pasa nada y a la vez pasa de todo.

La delicadeza con la que están llevadas las historias es sublime, los diálogos sencillos y cargados de sentimiento perfectamente expresados por sus protagonistas a la vez que es llevado por una banda sonora que llega al alma.
De esas series que no puedes parar de mirar y cuando llegas al final sabes que echarás de menos a los personajes, como si abandonaras algo a la fuerza.

Te deja con ganas de más, de que formen parte de tu vida para siempre.
Un auténtico descubrimiento como pocos se producen hoy en día ante tanta demanda cinéfila.