Con “Hanna” estamos ante una historia bastante desaprovechada. El material del que parte es atractivo, y su inicio es potente y esperanzador. Pero desgraciadamente, a medida que el film avanza la historia se va poblando de personajes estrafalarios (ese trio compuesto por un sicario amanerado y dos skin heads es de lo más peculiar que se ha visto en el cine últimamente) y situaciones llevadas al límite que no ayudan precisamente a tomarse la película muy en serio. Joe Wright da la impresión de sentirse muy desubicado y aunque en general sigue dando muestras de solvencia a la hora de dar grandiosidad a los espacios abiertos, sean estepas heladas o áridos desiertos, su capacidad se ve muy reducida cuando se trata de insuflar nervio y estilo en las escenas de acción. A ello hay que añadir que el guión empieza a hacer aguas demasiado pronto (¿alguien entiende el aviso teletransmitido de la marcha inicial de Hanna?), está mal desarrollado, no aprovecha todo el potencial de la historia y en su tramo final ya deriva peligrosamente hacia el ridículo más absoluto. Ni siquiera la presencia de una actriz prometedora como Saoirse Ronan o la presencia de Eric Bana y Cate Blanchett (ambos más flojos de lo que sería deseable) logran levantar el nivel de una película que promete mucho más de lo que finalmente acaba dando.

Lo mejor: una buena fotografía y el aspecto visual del conjunto.

Lo peor: los friki-personajes que van surgiendo a lo largo del metraje.