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España España · Barcelona
Voto de AMQE:
6
Drama Roque Espinosa llega a Buenos Aires para estudiar en la Universidad. Sin embargo, pronto se da cuenta de que no tiene vocación para el estudio. Se dedica entonces a deambular sin rumbo por la facultad y a hacer amigos. Paula, una profesora de la facultad, lo introduce en política. Roque empieza a asistir a las reuniones del partido y a relacionarse con otros militantes. Así conoce a Alberto Acevedo, un viejo político que, desde su ... [+]
4 de agosto de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es conocido el interés que ha despertado desde siempre el tema de la política en el cine argentino. Si hasta ahora generalmente las películas hacían hincapié en los años de la dictadura y en sus consecuencias “El estudiante” se centra en los conflictos actuales de la lucha por el poder universitario. Santiago Mitre lo afronta como el proceso de madurez de su personaje, un Roque Espinosa que llega totalmente virgen al mundo de la lucha política y verá como su cándida inocencia se irá erosionando conforme la cruda realidad le vaya abriendo los ojos. Del film destaca la brillante naturalidad que rezuma a todos sus niveles, en especial el interpretativo donde principales y secundarios se mueven con la soltura y realismo de un documental. Es ese estilo, un acierto del director a mi parecer, el que marca una película que no solo se limita a narrar la historia de un aprendizaje si no que refleja a su vez el carácter de un pueblo, una identidad de la que salen a flote todas sus virtudes y sus miserias.

Con la deliciosa verborrea característica del país sudamericano como principal soporte narrativo, “El estudiante” se nos muestra como el descorazonador alegato de alguien que esperaba mucho más de un sistema democrático. Mitre nos muestra como el poder corrompe a todos los niveles, sin que el sistema educativo pueda escapar de las garras de un sistema vulnerable a los intereses de los políticos. Pactos, alianzas y traiciones que se sirven del trabajo de las bases para ocupar puestos de decisión y que convierten el juego político en una selva donde todo parece valer. Pese a ello, Santiago Mitre se permite vislumbrar un hilo de esperanza, un pequeño puente al optimismo como el que nos sugiere en su magnífica y contundente escena final.

Lo mejor: su exquisita naturalidad.

Lo peor: que algunos diálogos y expresiones se nos pierdan.
AMQE
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