De la misma manera que Tarantino supo transformar desechos de pulp en fascinante material cinematográfico, demostrando que se puede crear belleza casi de la nada si se posee el talento necesario, Nicolas Winding Refn ha conseguido extraer de un breve relato de James Sallis brillantes retazos de poesía. Porque ni más ni menos eso es lo que desprende “Drive”, pura poesía cinematográfica envolviendo la más sórdida violencia, . Winding Refn usa los silencios, las pausas que preceden todo conato de violencia como sus particulares sonetos que se van repitiendo a manera de antesala de un estallido brutal que encogerá los estómagos para luego dar tiempo a que la digestión tranquila de lo que acabamos de presenciar nos prepare para una nueva dosis de desenfreno sanguinario.

“Drive” está edificada bajo la sólida presencia de un personaje potente. Ese conductor sin nombre, frío como el acero que parece actuar simplemente movido por el instinto de supervivencia. A su alrededor, lobos y corderos juegan su particular partida mortal amparados en esa selva nocturna que se dibuja como un escenario fatídico . Winding Refn parece sentirse especialmente cómodo manejando estos ambientes y se luce en las escenas de acción (realmente brillante la primera de ellas) sacándoles todo el jugo a las persecuciones automovilísticas. En un soberbio ejercicio de planificación y ejecución, la cámara marca el ritmo de la acción, se adentra en territorios tarantinianos salpicados por la ironía incisiva de los Coen para desenvocar en un ejercicio de estilo propio de autor. La oscuridad nocturna de una playa o el baile mortal de unas sombras dibujadas en el asfalto son suficientes botones de muestra que así lo certifican. Solo la presencia de una insípida Carey Mulligan, una banda sonora inadecuada y un final mejorable bajo mi punto de vista impiden que “Drive” compita en la liga de los más grandes, pero con todo la película de Winding Refn se posiciona como una de las propuestas más destacables y atractivas de la temporada.

Lo mejor: la virtuosa dirección de Nicolas Winding Refn.

Lo peor: Carey Mulligan y la banda sonora.