Creo que uno de los aciertos de Asghar Farhadi es no pretender mostrar la realidad de su país mediante metáforas envueltas en imágenes poéticas a las que nos tiene acostumbrados el cine del próximo oriente. Su cine es mucho más accesible como ya demostró en la inspirada “A propósito de Elly” y con “Nader y Simin, una separación” vuelve a relatar un duro drama cotidiano que enmarcado en la actual sociedad iraní le sirve para dejar un velada crítica social. Pero el verdadero mérito es que no deja que en ningún momento el afán crítico pase por encima del relato en sí. Farhadi parece tener muy claro lo que quiere contar y que la historia de Nader, ese padre de familia sobrepasado por los acontecimientos, es lo realmente importante. A partir de esta premisa desarrolla una historia que bien podría acontecer en cualquier otro lugar del planeta, pero que enmarcada en Irán le sirve para dar una visión no exenta de crítica de una sociedad donde la justicia y la religión van de la mano. En este aspecto son curiosísimas las secuencias del juicio a ojos, claro, de un occidental y también como la obediencia religiosa acaba siendo decisiva en la resolución del conflicto. Sin olvidarnos de quizás el tema central de la película que no es otro que la familia. Y como esta vive el proceso siempre traumático de un divorcio. Los problemas de dependencia de la gente mayor, la diferencia de clases o el machismo imperante son temas que también van apareciendo a lo largo de una película honesta y sensible. Tanto como la bella y emotiva secuencia que cierra la película.

Lo mejor: la habilidad narrativa que vuelve a mostrar Asghar Farhadi.

Lo peor: que pueda resultar algo repetitiva en su tramo central.