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7
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Thriller. Intriga. Comedia
Después de pasar 20 años en la cárcel, el célebre ladrón de chalets Juan "el Candela", sale en libertad y se reúne con su hijo Juan “el Chispa” y su amigo Cristo. Mientras que "el Candela" intenta adaptarse al nuevo mundo con el que se encuentra, su hijo planea conseguir dinero para cumplir su sueño musical, utilizando a su padre como referencia. (FILMAFFINITY)
12 de marzo de 2015
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El modelo #Littlesecretfilm nos deja esta joya audiovisual de la improvisación con un cambio de registro de comedia a el más turbio thriller que sorprenderá a todos y marcará escuela. David Sáinz junto a su grupo habitual conecta con la esencia de #Littlesecretfilm cuyo manifiesto, recordamos, reza que el largometraje se rodará en 13 horas, sin guión escrito y con un equipo de 13 personas. Bajo estas, a primera vista, pobres condiciones David Sáinz saca lo mejor de sí.
De la comedia de calle con diálogos sucios nos vemos sin previo aviso inmersos en un viaje por los límites del arte al intentar plasmar la muerte a manos de un inmenso Daniel Mantero. Su personaje recuerda inicialmente al Profesor Rosales, papel que interpretó en Flaman, serie televisiva de David Sáinz, pero da un vuelco a lo macabro acercándose al más despiadado Sylar de Héroes. Con ciertos aspectos que nos recuerdan a Funny Games pero con una gran personalidad propia.
Es cierto que abusa de escenas algo largas, también debido a la improvisación a la cual se deben los actores. En este aspecto las actuaciones de Jacinto Bobo y Álvaro Pérez son de diez al conseguir estirar una simple idea sin pesadez alguna para el espectador, conversaciones reales y con el humor que caracteriza a Malviviendo, la webserie que da la fama a casi todo el equipo de esta producción. Sabíamos del potencial de David Sáinz gracias a Malviviendo, una de las webseries más importantes del país, pero tras probar suerte en televisión no estaba tan claro al menos su suerte.
Pero esto no es una serie con los amigos, es una gran película que a pesar de pertenecer a #littlesecretfilm ha podido ver la luz en algunas salas de cine. Este bajo presupuesto con el que cuenta al igual que los pocos medios y dificultades en la grabación dan un toque que hace única al film pero que si hubiera contado con un presupuesto más amplio estoy seguro que sería una de las revelaciones mínimo a nivel nacional y seguramente internacional.
Dentro del análisis audiovisual sorprende la poca utilización de música a lo largo de todo el relato, esto no impide que la tensión sea máxima gracias a la trama creada por Sáinz y es destacable ya que se suele pecar, sobretodo en autores noveles que generalmente se suelen perder en la incorporación abusiva de temas musicales para apoyar la narración y que siempre nos terminan despistando. Aquí nada de eso, la música está en su justa medida, en apenas unas escenas y se agradece, se agradece que el clima que consigue gracias a los diálogos se valga solo para liderar la película.
En cuanto a planos es cierto que son demasiados largos pero no así pesados. Las improvisaciones de sus fantásticos y desconocidos actores exceptuando al magnífico, como siempre, Antonio Dechent nos sumergen de lleno en la película.
De la comedia de calle con diálogos sucios nos vemos sin previo aviso inmersos en un viaje por los límites del arte al intentar plasmar la muerte a manos de un inmenso Daniel Mantero. Su personaje recuerda inicialmente al Profesor Rosales, papel que interpretó en Flaman, serie televisiva de David Sáinz, pero da un vuelco a lo macabro acercándose al más despiadado Sylar de Héroes. Con ciertos aspectos que nos recuerdan a Funny Games pero con una gran personalidad propia.
Es cierto que abusa de escenas algo largas, también debido a la improvisación a la cual se deben los actores. En este aspecto las actuaciones de Jacinto Bobo y Álvaro Pérez son de diez al conseguir estirar una simple idea sin pesadez alguna para el espectador, conversaciones reales y con el humor que caracteriza a Malviviendo, la webserie que da la fama a casi todo el equipo de esta producción. Sabíamos del potencial de David Sáinz gracias a Malviviendo, una de las webseries más importantes del país, pero tras probar suerte en televisión no estaba tan claro al menos su suerte.
Pero esto no es una serie con los amigos, es una gran película que a pesar de pertenecer a #littlesecretfilm ha podido ver la luz en algunas salas de cine. Este bajo presupuesto con el que cuenta al igual que los pocos medios y dificultades en la grabación dan un toque que hace única al film pero que si hubiera contado con un presupuesto más amplio estoy seguro que sería una de las revelaciones mínimo a nivel nacional y seguramente internacional.
Dentro del análisis audiovisual sorprende la poca utilización de música a lo largo de todo el relato, esto no impide que la tensión sea máxima gracias a la trama creada por Sáinz y es destacable ya que se suele pecar, sobretodo en autores noveles que generalmente se suelen perder en la incorporación abusiva de temas musicales para apoyar la narración y que siempre nos terminan despistando. Aquí nada de eso, la música está en su justa medida, en apenas unas escenas y se agradece, se agradece que el clima que consigue gracias a los diálogos se valga solo para liderar la película.
En cuanto a planos es cierto que son demasiados largos pero no así pesados. Las improvisaciones de sus fantásticos y desconocidos actores exceptuando al magnífico, como siempre, Antonio Dechent nos sumergen de lleno en la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Dechent vuelve a colaborar con Sáinz, esta asociación ya ha dado sus frutos en trabajos como Malviviendo y Flaman. Dechent interpreta a Juan “el Candela”, un preso que acaba de salir de la cárcel por cometer más de 200 robos, una vez fuera sus problemas de violencia y no sentirse encajado en la sociedad le llevan a aceptar la oferta de Mario Cruz (Ricardo Mena), que interpreta a un subido actor de método y director de la industria de Hollywood que intentará por todos los medios que “el Candela” se preste para enseñarle a ser él para su próximo trabajo que consistirá en llevar la vida de “el Candela” al cine. Con la aparición del personaje interpretado por Juan Mena, Cristo (Jacinto Bobo) y Juan “el Chispa”(Álvaro Pérez) apodado así por su padre “el Candela”, ven una oportunidad de oro para cumplir su sueño musical y entregarle su nueva maqueta de rap a Mario Cruz pero sin suerte, ya que la maqueta queda olvidada. En una de las entrevistas entre Mario y “el Candela”, Cristo y “el Chispa” ven la luz para realizar un nuevo proyecto juntos guiados sin saberlo por “el Candela”, se van a dedicar al robo de chalets. Como inexpertos en el tema más que robarlo lo intentarán ataviados con máscaras de animales y guantes de fregar. Es aquí, camino de la casa a robar cuando se produce uno de los mejores momentos de la película, un largo plano secuencia sostenido en la improvisación, aunque en detrimento hay que decir que queda algo tosco, quizá echemos en falta un buen estabilizador de cámara que eviten esos vaivenes que terminan mareando, pero como hemos repetido varias veces 13 horas no da par mucho más y esta es la magia de este film. Hasta aquí tendríamos el primer acto, una vez que consiguen entrar en la casa se encuentran con que esta ya está siendo atracada por un más patoso aún ladrón (Daniel Mantero).
En este punto se produce uno de los mayores giros de guión y que por muchas veces que lo veamos y sepamos de lo que se trata de antemano nos va a dejar sin habla. En un ejercicio que se asemeja a la Psicosis de Hitchcock no por el el cambio radical de protagonista, si no por el cambio radical de género, lo que parece un simple y patoso atraco perpetrado por un empresario de la construcción con problemas económicos resulta ser un ejercicio artístico. Es aquí donde nos chocamos y tenemos que definir cuales son los límites del arte, no son unos garabatos y palabras sueltas como Basquiat ni un vaso de agua en ARCO, aquí lo que se trata es conseguir la esencia de la muerte, captar la mirada cuando la vida se va. Nuestro artista lleva más de 60 obras a sus espaldas y esta vez quiere algo nuevo, no es suficiente con la mirada del que está a punto de morir, ahora se propone un reto mayor, captar la mirada del que ve morir a su amado. Es así como Cristo y “el Chispa” se encuentran con este peculiar artista del óbito y sin quererlo se convertirán en sus próximas obras de arte. En este punto no podemos dejar de recordar Tesis el primer largometraje de Amenábar. Ambas películas son las primeras en las carreras de sus directores y ambas tratan un tema parecido: la muerte, muerte como producto de consumo audiovisual y artístico.
No desvelaremos su final, también provisto de gran acción y tensión aunque destacaremos de nuevo la actuación de Daniel Mantero en este punto capaz de interpretar, sin guión escrito, en dos idiomas.
Resumiendo, estamos ante una obra que destaca por rápida elaboración y dónde su imperfección le da un toque de distinción. Una historia capaz de atraparte de principio a fin y unos giros que te dejarán sin saber si estás en una comedia con diálogos al estilo Ritchie o en el suspense de la obra perdida de Hitchcock.
David Sáinz demuestra que es un director con proyección y que hay vida más allá de la webserie, ahora lo que falta es lo de siempre, una oportunidad y un camión lleno de dinero para que el mundo sepa el director que se pierden.
En este punto se produce uno de los mayores giros de guión y que por muchas veces que lo veamos y sepamos de lo que se trata de antemano nos va a dejar sin habla. En un ejercicio que se asemeja a la Psicosis de Hitchcock no por el el cambio radical de protagonista, si no por el cambio radical de género, lo que parece un simple y patoso atraco perpetrado por un empresario de la construcción con problemas económicos resulta ser un ejercicio artístico. Es aquí donde nos chocamos y tenemos que definir cuales son los límites del arte, no son unos garabatos y palabras sueltas como Basquiat ni un vaso de agua en ARCO, aquí lo que se trata es conseguir la esencia de la muerte, captar la mirada cuando la vida se va. Nuestro artista lleva más de 60 obras a sus espaldas y esta vez quiere algo nuevo, no es suficiente con la mirada del que está a punto de morir, ahora se propone un reto mayor, captar la mirada del que ve morir a su amado. Es así como Cristo y “el Chispa” se encuentran con este peculiar artista del óbito y sin quererlo se convertirán en sus próximas obras de arte. En este punto no podemos dejar de recordar Tesis el primer largometraje de Amenábar. Ambas películas son las primeras en las carreras de sus directores y ambas tratan un tema parecido: la muerte, muerte como producto de consumo audiovisual y artístico.
No desvelaremos su final, también provisto de gran acción y tensión aunque destacaremos de nuevo la actuación de Daniel Mantero en este punto capaz de interpretar, sin guión escrito, en dos idiomas.
Resumiendo, estamos ante una obra que destaca por rápida elaboración y dónde su imperfección le da un toque de distinción. Una historia capaz de atraparte de principio a fin y unos giros que te dejarán sin saber si estás en una comedia con diálogos al estilo Ritchie o en el suspense de la obra perdida de Hitchcock.
David Sáinz demuestra que es un director con proyección y que hay vida más allá de la webserie, ahora lo que falta es lo de siempre, una oportunidad y un camión lleno de dinero para que el mundo sepa el director que se pierden.