Haz click aquí para copiar la URL
Argentina Argentina · Río Cuarto
Voto de BrokenMachine:
10
Thriller. Intriga Un asesino de niñas tiene atemorizada a toda la ciudad de Berlín. La policía lo busca frenética y desesperadamente, deteniendo a cualquier persona mínimamente sospechosa. Por su parte, los jefes del hampa, furiosos por las redadas que están sufriendo por culpa del asesino, deciden buscarlo ellos mismos. (FILMAFFINITY)
4 de enero de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La obra maestra de Fritz Lang comienza con unos inocentes niños realizando un macabro juego, una especie de ta-te-ti, pero recitando a un monstruo negro que con un cuchillo los rebanará, uno por uno, a medida que la niña se mueve en sentido de las ajugas del reloj. Una simbólica imagen y un oscuro tono que mantendrá la película que, pese a los dispersos toques de humor e ironía que recorren el film, se profundizará hacia el final.

El asesino no tarda en aparecer, cuando su sombra, con reminiscencias expresionistas, aparece sobre el cartel de pedido de captura, y silba la melodía de “En el Salón del Rey de la Montaña” mientras delicadamente engatusa y lleva a su víctima a la muerte. Así como en “Tiburón” el animal que aterrorizaba a todos era presentado y acompañado de un leitmotiv durante todo el film de Spielberg, Fritz Lang hace lo mismo hace casi 90 años atrás, con su primera película sonora, llevando la edición de sonido y las habilidades narrativas del mismo a límites extraordinarios, teniendo en cuenta que el cine recién se encontraba en los albores de dicha técnica. Pero no es lo único genial en la obra de Lang: la magnífica puesta en escena, su maravilloso trabajo de cámara (coronado por un hermoso plano secuencia en el que la cámara termina un largo recorrido atravesando una ventana) y la edición en paralelo de los diferentes puntos de vista de los protagonistas de la historia, llevan la película con un ritmo y una frescura imperecedera, convirtiéndola además en una de las mayores precursoras del policial negro.

Una galería de personajes se presentan ante nosotros mientras el terror agobia a la ciudad, llevando a la policía a tomar todas las medidas a su alcance, y a los propios criminales a iniciar una investigación y persecución en paralelo para acabar una situación que está arruinando su negocio.

“Es un monstruo que no pertenece a nuestro mundo” exclama uno de los criminales, con indignación ante unos delitos que exceden incluso sus propios límites morales. Y es que un abusador y asesino de niños probablemente sea el mayor monstruo que podemos imaginar…. Pero para el momento del clímax, en el que un Peter Lorre descomunal y lleno de patetismo se deshace ante nosotros, la película nos revela que detrás de ese monstruo hay, después de todo, un ser humano. Y es en la humanización del monstruo en la que Fritz Lang arroja al film a una profunda ambigüedad moral, dejando que el espectador decida si sentir lástima, asco, odio, o todo junto... para luego cerrar en un final desolador.

Fritz Lang firma una verdadera cumbre del cine, sin la cual no podría existir gran parte del cine policial posterior.
BrokenMachine
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow