Lo cierto es que cuando fui a verla al cine no tenía ningún tipo de expectativa. Simplemente sabía que la definían como cine social del bueno. Y en fin, me encanta el drama, que el cine me remueva por dentro y me haga reflexionar. Esta se ha quedado en el intento.

Total, que la película comienza y veo que empiezan a pasar tópicos buenrollistas uno detrás de otro, sin parar. Un inmigrante senegalés (¡¿cómo?! ¡¿que está "basado en hechos reales", y en la realidad era marroquí?! Ay, pero es que eso ya no mola tanto... además de que es muy problemático meter ahí a un marroquí con todo lo que ha caido en Francia) del que sabemos que es un poco gamberro, pero que en el fondo es un solete, se hace cargo de un aristócrata tetrapléjico. Bien, ese es el argumento. Podría haber estado mucho mejor sino hubieran caido en decenas de chistes fáciles y tontorrones. Esa ñoñería estúpida que tanto encandila al gran público. Porque sí, es una película hecha para gustar, enfocada para transmitir una moralina que se percibe inverosímil y de pega. A mi no me ha convencido en absoluto. Demasiado tópica y típica, si queréis. Y muy poco valiente, desde luego.
Lo cierto es que me costaba creer que fuera francesa. Parece cine hollywoodiense de masas en toda regla, y lo cierto es que me cuesta comprender ese pedazo de 8,1 que se ha marcado.

En definitiva, ligeramente entretenida pero en absoluto me parece una película sincera, real, reflexiva y mucho menos valiente. Es un film de sobremesa que para verlo en casa, una tarde de domingo no está mal. Muy estudiado y con un guión elaborado al milímetro para conmover. Así que por favor, no me digáis que esto es cine social del bueno porque no se lo cree ni el tato.