Al inicio creí que sería una película para adolescentes, pero rápido fui consciente de lo equivocada que estaba. Durante los primeros 15 minutos no se muestra nada paranormal: tan solo unas chicas que, aburridas, deciden invocar a un demonio y... La cosa no sale como esperaban, porque, de no ser así, no habría película.

Fue tanto el terror que viví que tuve que pararla por la noche y continuarla con la luz del día.
El personaje principal es un alma atormentada que busca conectar con su juventud pasada a través de las chicas protagonistas, estableciendo puentes entre este mundo real y el onírico. Llega un momento en el que no sabes qué es real y qué no lo es. Es la versión moderna del Flautista de Hamelín, solo que en vez de ratas, se lleva almas.