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Voto de Nekro Zombie:
10
2007
Matthew Weiner (Creador), Phil Abraham ...
7,9
34.271
Serie de TV. Drama
Serie de TV (2007-2015). 7 temporadas. 92 episodios. Aclamada serie dramática que narra los comienzos de una de las más prestigiosas agencias de publicidad de los años sesenta, y centrada en uno de los más misteriosos ejecutivos de la firma, Donald Draper, un hombre con un gran talento. "Mad Men" es la mirada a los hombres que dieron forma a las esperanzas y sueños diarios de los americanos de la época. En 1960 la publicidad era ... [+]
16 de julio de 2017
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Mad Men’ es puro cine aunque se emitiese por televisión. La cantidad de recursos cinematográficos empleados en su construcción y ejecución, que van desde metáforas visuales inteligentes y bien integradas a una planificación efectiva y milimétrica, seguro que pasan desapercibidos para el común de los mortales. Es la magia de la serie: los ‘analistas’ freudiano-marxistas que tanto abundan en esta web son capaces de encontrarle su jugo, sí, pero los que realmente saben de cine pueden alcanzar el mismísimo síndrome de Stendhal durante su visionado. Es tan inteligente y perfecta que el haberse emitido durante siete temporadas es un milagro. No exagero. Otra serie de características similares, aunque de temática distinta, como la magnífica ‘The Knick’ sólo ha conseguido durar dos.
Insisto: ‘Mad Men’ no es una serie ‘para todos los públicos’. Sexo, drogas y demás aparte, no lo es porque su ‘target’ no es el mayor número de espectadores posible. Prueba de ello es que su guión no está escrito utilizando los recursos y trucos típicos de las series que siguen una clara línea temporal y terminan cada episodio con un adictivo ‘continuará. Se hizo utilizando técnicas propias de novela. De ahí por ejemplo que las descripciones de los personajes y de su entorno, así como la sosegada y natural aparición de los problemas con sus respectivas soluciones, pongan de los nervios a más de uno.
Para que os hagáis una idea, mis amigos son incapaces de ver otra proeza casi divina como es ‘Los Soprano’ porque según ellos ‘no pasa nada’ y es ‘demasiado lenta’. Teniendo esto en cuenta no es difícil imaginar que con ‘Mad Men’ no llegarían ni al tercer episodio de la primera temporada. La opinión y reacción de mis amigos, consumidores audiovisuales estándar, es mayoritaria. Es uno de los motivos por cuales si me cruzase con los productores de ‘Mad Men’ sería incapaz de controlar una amistosa y cómplice palmadita en su espalda.
Una de las tonterías más comunes que he leído o escuchado por ahí acerca de esta serie es que no es buena porque se posiciona demasiado a la ‘derecha’. Parémonos aquí un momento. En primer lugar, la ideología no me parece una buena vara para medir la calidad de una obra. Por ejemplo, ‘Los Simpson’ es muy conservadora y aun así no me disgusta pese a que no comparto gran parte de sus mensajes. En segundo lugar, no me parece aplicable a ‘Mad Men’. Se critica el capitalismo salvaje de todas las maneras posibles e imaginables. De hecho, se presenta como un ente exento de cualquier humanidad. Una hambrienta criatura que te acaba devorando si te acercas lo suficiente como para sentir su fétido aliento.
Continúa en spoilers.
Insisto: ‘Mad Men’ no es una serie ‘para todos los públicos’. Sexo, drogas y demás aparte, no lo es porque su ‘target’ no es el mayor número de espectadores posible. Prueba de ello es que su guión no está escrito utilizando los recursos y trucos típicos de las series que siguen una clara línea temporal y terminan cada episodio con un adictivo ‘continuará. Se hizo utilizando técnicas propias de novela. De ahí por ejemplo que las descripciones de los personajes y de su entorno, así como la sosegada y natural aparición de los problemas con sus respectivas soluciones, pongan de los nervios a más de uno.
Para que os hagáis una idea, mis amigos son incapaces de ver otra proeza casi divina como es ‘Los Soprano’ porque según ellos ‘no pasa nada’ y es ‘demasiado lenta’. Teniendo esto en cuenta no es difícil imaginar que con ‘Mad Men’ no llegarían ni al tercer episodio de la primera temporada. La opinión y reacción de mis amigos, consumidores audiovisuales estándar, es mayoritaria. Es uno de los motivos por cuales si me cruzase con los productores de ‘Mad Men’ sería incapaz de controlar una amistosa y cómplice palmadita en su espalda.
Una de las tonterías más comunes que he leído o escuchado por ahí acerca de esta serie es que no es buena porque se posiciona demasiado a la ‘derecha’. Parémonos aquí un momento. En primer lugar, la ideología no me parece una buena vara para medir la calidad de una obra. Por ejemplo, ‘Los Simpson’ es muy conservadora y aun así no me disgusta pese a que no comparto gran parte de sus mensajes. En segundo lugar, no me parece aplicable a ‘Mad Men’. Se critica el capitalismo salvaje de todas las maneras posibles e imaginables. De hecho, se presenta como un ente exento de cualquier humanidad. Una hambrienta criatura que te acaba devorando si te acercas lo suficiente como para sentir su fétido aliento.
Continúa en spoilers.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Que se critique a los hippies, beatniks y otros revolucionarios y pseudo-revolucionarios de izquierda no quiere decir que ‘Mad Men’ sea un panfleto escrito por Amancio Ortega, sino que no se casa con nadie. Es así de políticamente incorrecta y dura. Igual te muestra que algunas mujeres se acuestan con sus jefes para subir de rango u obtener regalos caros como todas las contradicciones que acarrean quienes quieren cambiar la sociedad y hacer de su existencia algo emocionante ¿Cómo puedes pedir limosna a esos supuestos ‘fascistas’ de traje y corbata que encima trabajan en publicidad, uno de los claros símbolos del libre mercado? ¿Cómo puedes criticar a los ricos cuando tu papá, que te financia la ‘bohemia’, es uno de ellos? Etcétera. Hey, no es tan extraño. A día de hoy yo conozco casos similares y sin salir de España. ‘Mad Men’ no quiere convencernos de nada. Al contrario: nos permite pasear por la vida diaria de ‘los amos del mundo’ para que saquemos nuestras propias conclusiones (pese a que el último episodio puede dar lugar a varias interpretaciones).
Los guionistas podrían haber escrito sobre simpáticos y risueños ejecutivos de New York con la moral del Capitán América y la sensibilidad de Heidi. De alguna manera, el saber que el sistema está en manos de gente seria que va a misa los domingos habría funcionado como propaganda y analgésico al mismo tiempo. Pero prefirieron dar miedo al personal. Los personajes de ‘Mad Men’ son tan creíbles y antipáticos y humanos, están tan bien diseñados y funcionan tan acordes a sus propias características y convicciones, que resulta difícil juzgarlos. Es fácil pensar que Don Draper o Roger Sterling son dos hijos de su madre. Lo espinoso, lo que plantea la serie, es qué haríamos nosotros de estar en su lugar o hasta qué punto no puedes ser ese modo cuando habitas en el ecosistema de los rascacielos y las transacciones millonarias.
Vaya, creo que se me acaba el espacio cuando todavía no he entrado en el aspecto formal. Personalmente me encanta su tímida fotografía que busca una especie de clasicismo ‘old-fashioned’ y su elaboridísimo diseño artístico. Acopla a la perfección con el tono sereno de la dirección, el guión y el montaje. No se realiza un uso excesivo de la música; aunque cuando se hace, se hace bien. De hecho, es algo que se critica varias veces (‘¿Desde cuándo la música es tan importante?’). Pese a no tener los aires de superproducción made in Hollywood de algunas series actuales, tampoco los necesita. ‘Mad Men’ quiere parecerse a las películas que cita durante su metraje, no a la última de Spiderman.
En fin, creo que ya debo ir acabando. No se me ocurre una mejor forma de finalizar que aconsejando analizar con lupa cada episodio. No bromeo ni exagero. Cada cincuenta minutos de ‘Mad Men’ son una masterclass en cualquier aspecto relacionado con el cine. Todo ello sin pirotecnia CGI ni persecuciones de infarto. Y ni qué decir que es de las pocas series que cierran las tramas de todos sus personajes, que no son pocos.
Los guionistas podrían haber escrito sobre simpáticos y risueños ejecutivos de New York con la moral del Capitán América y la sensibilidad de Heidi. De alguna manera, el saber que el sistema está en manos de gente seria que va a misa los domingos habría funcionado como propaganda y analgésico al mismo tiempo. Pero prefirieron dar miedo al personal. Los personajes de ‘Mad Men’ son tan creíbles y antipáticos y humanos, están tan bien diseñados y funcionan tan acordes a sus propias características y convicciones, que resulta difícil juzgarlos. Es fácil pensar que Don Draper o Roger Sterling son dos hijos de su madre. Lo espinoso, lo que plantea la serie, es qué haríamos nosotros de estar en su lugar o hasta qué punto no puedes ser ese modo cuando habitas en el ecosistema de los rascacielos y las transacciones millonarias.
Vaya, creo que se me acaba el espacio cuando todavía no he entrado en el aspecto formal. Personalmente me encanta su tímida fotografía que busca una especie de clasicismo ‘old-fashioned’ y su elaboridísimo diseño artístico. Acopla a la perfección con el tono sereno de la dirección, el guión y el montaje. No se realiza un uso excesivo de la música; aunque cuando se hace, se hace bien. De hecho, es algo que se critica varias veces (‘¿Desde cuándo la música es tan importante?’). Pese a no tener los aires de superproducción made in Hollywood de algunas series actuales, tampoco los necesita. ‘Mad Men’ quiere parecerse a las películas que cita durante su metraje, no a la última de Spiderman.
En fin, creo que ya debo ir acabando. No se me ocurre una mejor forma de finalizar que aconsejando analizar con lupa cada episodio. No bromeo ni exagero. Cada cincuenta minutos de ‘Mad Men’ son una masterclass en cualquier aspecto relacionado con el cine. Todo ello sin pirotecnia CGI ni persecuciones de infarto. Y ni qué decir que es de las pocas series que cierran las tramas de todos sus personajes, que no son pocos.