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España España · Valencia
Voto de Snowflake:
8
Drama Léo Lauzon es un niño que vive en un humilde barrio de Montreal, atrapado en una sórdida existencia. Cada noche intenta evadirse por medio de los recuerdos, los sueños y su desbordante imaginación, pero la cruda realidad familiar interrumpe siempre sus fantasías: tiene un padre obsesionado por la salud intestinal de toda la familia, un hermano culturista que vive preso del miedo, dos hermanas que padecen trastornos mentales, un abuelo a ... [+]
25 de noviembre de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos negarán la vigencia del realismo mágico hoy en día, solo hay que ver el éxito de films como Tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas (2010), ganadora de Cannes o Amélie (2001), nominada a cinco premios Oscar. No obstante, conviene recordar que antes de los mencionados títulos del presente siglo, ya había autores sentando las bases de lo que es este género en su vertiente cinematográfica, tales como Jaco Van Dormael, con Toto, el héroe (1991), Emir Kusturica, con El tiempo de los gitanos (1989) o Jean-Claude Lauzon con el título que nos ocupa.


Léolo da comienzo presentándonos a su protagonista, Léolo Lozone, versión italianizada de su nombre real debido a su deseo de ser hijo de un campesino siciliano, y a su familia, una “tropa” bañada por la locura y la suciedad que parece sacada de Brutos, sucios y malos (1976). Estos contrastes, presentes durante todo el largometraje, nos muestran una elegante voz en off acompañada por una música que evoca al erotismo más absoluto que sirve de hilo conductor a una imagen en la que tienen cabida las pulsiones más bajas, que van desde el onanismo más bizarro, a la prostitución con niños como clientes. También es remarcable, como es obvio, el
contraste entre Léolo y su familia. Él, un soñador elevado al máximo exponente que ansía haber sido engendrado por un tomate impregnado por esperma italiano y que profesa el amor más absoluto por su vecina siciliana, la cual nunca ha visto Sicilia. Su familia, al contrario que él, es la representación de lo terrenal, lo mundano, la degradación más absoluta.


Léolo es, simple y llanamente, como la vida misma, una lucha entre lo real y lo imaginario, la necesidad de evadirse de un mundo en el que predomina lo prosaico. Léolo es incómoda de ver porque así tiene que serlo, porque la oscuridad siempre estará presente y nuestra será la decisión de, en palabras de nuestro protagonista, soñar y por tanto, no estar locos, o como a él mismo le pasa, perder las fuerzas y tomar la decisión de dejar de soñar, abandonándose a ese mundo del que durante tanto tiempo ha luchado por escapar.
Snowflake
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