No es para tanto. Es verdad que me gusta el decorado, que me gusta como encuadra la cámara y eso, pero mi profesión no es la de cinematógrafo y por ello mi voto no es tan favorable. No es tan favorable por una razón muy sencilla. A esta película le falta ritmo. Es curioso porque si hubiese sido una obra de teatro, tampoco hubiese tenido ritmo. Si en película carece de ritmo, imaginaros el ritmo soporífero que adquiriría en teatro. El teatro, es más difícil, lo es porque no es tan fácil hacer los encuadres y tienes que pensar en los espectadores de la sala y sus ángulos, a la hora de plantear diferentes planos y decorados. Lógicamente la película hubiese estado mejor de haber tenido algo que el teatro siempre suele tener, intensidad emocional en los diálogos, acompañamiento adecuado de banda sonora, y por supuesto, interpretación actoral. No sé que opinar de la interpretación actoral, realmente no sé si hay demasiada superficie o si el director los superfiacializó a propósito. Veo además que los personajes tienen desequilibrios y eso si que depende del director. Las reacciones son poco creibles, inverosímiles. Al margen de la profundidad filosófica, no siento que los personajes estén bien caracterizados. No digo que hayan sido mal construidos, pero no llegan al nivel que a mi me hubiese gustado ver. Quizá el vacío de los personajes, podría llenarse con más acciones de intriga, quizá debió de utilizar la figura del arcón con más brío. No lo sé. No obstante, la película tiene grandes momentos y grandes diálogos, aunque en ocasiones son diálogos demasiado intranscendentes y ñoños.