La primera parte me parece una descripción muy buena de la triste, de la melancolía del amor perdido. Cada vez que Barbara Lennie habla a cámara nos da la sensación de que llevamos viviendo con ella muchos años y que no está dejando. Entonces nos ponemos tristes y Jonás Trueba nos coge del cuello y nos introduce en la historia. Este es el acierto.

El problema viene hacia la mitad de la película, cuando le da por ponerse pedante, citando a escritores y convirtiendo al protagonista en un poeta maldito.

Mal, Jonás, nos arrojas de la historia, ya no sentimos empatía por ese pedante que se tira a la hermano de un amigo.

Acaba la película con una confesión del protagonista y mi más pura indiferencia.