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Voto de Rafael Garcés:
8
Ciencia ficción. Drama. Animación La necesidad de dinero, lleva a una actriz (Robin Wright) a firmar un contrato según el cual los estudios harán una copia de ella y la utilizarán como les plazca. Tras volver a la escena, será invitada a un congreso, que se desarrolla en un mundo que ha cambiado completamente. Basada en una novela de Stanislaw Lem, se trata del retrato de un mundo que se dirige inevitablemente hacia la irrealidad.
28 de noviembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El filme es una adaptación cinematográfica del libro homónimo Stanislaw Lem que aborda distintos temas filosóficos y de critica contemporánea.

La película aborda de manera contundente el miedo al control de las masas y al capitalismo que los autores futuristas de las décadas de los 50s medianos a los 70s miran, sin embargo, el filme le da un giro moderno al enunciar de fondo como lo son la muerte del cine y del arte para dar paso a un mundo moldeado bajo el ideal individual.

Es así como el filme nos posiciona, en su segundo tercio en una fantasía casi alucinógena de un mundo caricaturizado (con una fuerte salpicadura retro, de animación no-ósea y de facciones exageradas y movimiento elástico) que ha sido sintetizado con una sobrecarga de colores satisfactorios y un denso organicismo que consume la ciudad y que básicamente vuelve la calle un foro para pavonear la fantasía.

Respecto al elemento filosófico, Folman aplica una fuerte dosis del mito de la caverna de Platón, sin embargo, son los mismos presos en la cueva los que castigan a los hombres libres, y estos se vuelven parias en una sociedad donde lo más relevantes son las sombras idóneas que este “fuego” químico que nos presenta el filme proyecta.
Por otro lado, a la crítica al capitalismo, Lem, así como muchos autores de las décadas mencionadas, proyecta los peligros del control y a la autoridad, el cual se ve reflejado en la película cuando se presenta una suerte de fusión entre el elemento autoritario con los intereses corporativos de Miramount, entregando así una “policía” que sirve de juez y verdugo.

Ahora bien, la narrativa que maneja la película es bastante rápida y puede llegar a ser un poco enredada. Hay elementos con el potencial de representar mucho más y de recargar más el filme con simbologías y referencias a la obra de Lem, pero que a la hora de la ejecución se quedan un poco corta. Sin entrar en Spoilers, en muchas ocasiones se muestran segundos de la película cargados de personajes que, si bien podrían representar más que un público, se vuelven solo un elemento de relleno y pierden el valor.

También es de mucha importancia resaltar esa constante búsqueda de la identidad, así como la fuerte crítica a la identidad del internauta, reflejando estos paisajes de foro en la ciudad como un paralelo a lo que son las redes sociales; cómo las fotos y contenido que subimos muchas veces son solo un reflejo falso y perpetuamente feliz de una realidad muy ajena a nosotros. Simetría, color, sonrisas y, una contundencia en ese falso bienestar son los elementos que el filme critica, y los cuales desde su año de estreno (en 2013) hasta día de hoy son más y más problemáticos. Los NFTs, las estrellas de redes sociales, el acceso infinito a la información y el hurto de identidades son salpicaduras que el filme proyecta con la caricaturización del mundo y la pérdida de valor de la realidad, cruel y gris, que hace incluso dudar a aquellos “hombres libres”, de si el valor está en el rechazo o en la aceptación a este nuevo mundo.
Rafael Garcés
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