Y es que la escena final es una oda a esta idea, toda una declaración de principios que ilumina toda la película, hasta entonces oscura y perversa, para lanzar un rayo de esperanza. Frente a una sociedad insegura, llena de prejuicios (de los que somos testigos los espectadores a lo largo de la película), en el discurso final el director aboga por preservar y confiar en la naturaleza fuerte e incorruptible de los niños. Ellos, la infancia en general, aún son puros e inocentes, y los adultos debemos fijarnos en eso para no caer en la oscuridad.

Oscuridad encarnada en la figura del reverendo Powell, un ser no sólo malvado: la representación pura del Mal, un ser incansable en su avaricia que no descansa hasta conseguir lo que quiere. Toda la película destila desasosiego y turbiedad, oscuridad. Todo ello perfectamente encarnado por Mitchum. Él representa todo lo malo de una sociedad adulta, persiguiendo a los niños con tal de conseguir el dinero y sin dudar en matarlos con tal de lograr sus propósitos. Como en el libro de Hansel y Gretel, los niños huirán de su "ogro", que los seguirá día y noche sin descanso...

Quiero destacar dos escenas:

- La escena del trayecto en la barca mientras Pearl canta una canción: tras unas escenas vertiginosas, esta calma junto al canto parecen ser la bienvenida que el mundo les da a los niños: soledad y desamparo. Como la vida misma.

- La escena de la aparición de Mitchum en la colina, visible sólamente su silueta, tarareando su lúgubre canción, mientras los niños duermen en un cobertizo. Simplemente escalofriante.