Hablar de Roma es hablar de una de las mejores series de ficción histórica contemporáneas.
Basta visionar las primeras escenas del comienzo para darse cuenta de la riqueza de medios técnicos empleada para recrear de forma primorosa la civilización romana.
Y no es para menos ya que fue rodada ni más ni menos que en los alrededores de Roma y en el mítico estudio Cinecittà, con un montante de 100 millones de dólares (aproximadamente) y co-producida por la BBC y la HBO.

Los magníficos escenarios y el considerable número de extras empleados consiguen dotar de una gran naturalidad y credibilidad a lo visto en pantalla, en buena parte debido a la inteligente realización que huye de planos panorámicos y exprime concienzudamente los planos cortos y medios.
También considero un acierto de la producción haber prescindido de las batallas mediante las elipsis temporales, preservando así toda la elegancia conseguida y evitando el ridículo derivado de la falta de medios.

En cualquier caso tampoco quiero centrarme únicamente en las virtudes técnicas, puesto que sería quedarme en la superficie.
El guión de la serie es magistral, imbrica la ficción y los hechos históricos más relevantes con pericia, echando mano de acertadas licencias históricas cuando es preciso a fin de enriquecer la trama y conferirle un cariz dramático, evitando en todo momento caer en la sobriedad documental.
Probablemente alguna de estas licencias incurra en incorrecciones y vulnere detalles históricos, convirtiéndolas en motivo de crítica para cierto sector del público más versado en la historia romana.
El que escribe estas líneas, que dicho sea de paso no es experto en Historia, entiende que en líneas generales (véase grandes eventos) la serie sí respeta los hechos acontecidos y por ello las considera excusables.

Para finalizar esta crítica también quiero alabar la labor actoral de todos los integrantes del reparto.
Desde los papeles principales hasta los más secundarios, los actores están a la altura de las expectativas generadas por una serie de este calado, y esto es decir mucho.
En particular deseo destacar la labor de los actores Ray Stevenson y Kevin McKidd por sus creaciones Tito Pullo y Lucio Voreno, una pareja memorable y carismática, verdaderos hermanos de armas tocados por la gracia de los dioses.

Por todo ello afirmo: Larga vida al César de la ficción histórica.