El antagonismo, el contraste, la contraposición de estilos, personalidades y actitudes ante la vida es un recurso narrativo que suele funcionar bastante bien.
Y esta película es buen ejemplo de ello erigiéndose en el motor de la historia. La rivalidad entre las dos leyendas del automovilismo James Hunt y Niki Lauda.
Una rivalidad que trasciende los circuitos para convertirse en dos filosofías vitales con un mismo fin: alcanzar el título de campeón mundial.

El trabajo actoral de los dos protagonistas, Daniel Brühl como Niki Lauda y Chris Hemworth como James Hunt, es excelente.
Especialmente meritorio el trabajo de Daniel por el esfuerzo ser capaz de retratar una personalidad tan compleja como la de Niki.
Ron Howard por su parte está excepcionalmente inspirado y conduce el film como la seda sabiendo frenar a tiempo para no derrapar en la facilona sensiblería a la que es aficionado.

En cualquier caso el gran mérito del film es su capacidad para trasladar la mística de las carreras de fórmula 1 al espectador, en un tiempo en el que era algo más salvaje, menos encorsetado y era moneda común perder la vida en la pista.
La textura de los 70, las cámaras dentro de los cascos, el retrato de los míticos trazados, los planos de las carreras… Por momentos le permiten a uno ponerse en la piel de los pilotos.
Ya solo por eso merece la pena. Bandera verde a Rush.