Jugar con cifras para alcanzar una determinada suma no es tan improbable como la película nos intenta vender. Dejando a un lado la interminable cháchara sobre numerología que nos encasqueta este bodriete, es obvio que al Schumacher (el que no corre) algún espabilado se la dio con queso, y ya metido en el meollo de la realización, tampoco sostiene el climax de la película como cualquier espectador decente hubiera deseado. La cinta se cae por incongruente, pesada y torpe, pero sobre todo, porque no consigue que nos involucremos demasiado ante los giros ¿inesperados? que presentan sus imágenes.

De este director plano únicamente me gustó El cliente. Nunca espero demasiado de los directores de suspense que chupan banquillo. ¿Cuándo le van a decir a Jim Carrey que no puede hacer papeles en los que no parezca un gilipollas? Porque creo que ya va siendo hora de que alguien con dos dedos de frente se lo aclare. Como diría Jastarloa... 2,3.