Propuesta retromongólica de la srta. Meyers que cuesta creer que se colara como producto de ocio en las retinas de millones de espectadores.

Asisto asombrado al cruce carnal entre cuatro personas desdichadas: un panadero, una modista, un albañil y una cajera de súper. Coño!! me he vuelto a equivocar con la versión hispana del Aranoa de los huevos. Perdón. Son cuatro personas desdichadas, sí. La primera habita en una mansión de luxe y posee su propia empresa. La segunda está bien considerada en su trabajo a pesar de su endeblez emocional. La tercera también bebe las mieles del éxito y la cuarta es un gordo cabrón que no entiendo como aparece en cualquier película que dure más de diez segundos (los que tardaría cualquier verdugo en ahorcarlo). Resumiendo, me han colado otra de súper pijos con problemas.

El guión, para cualquiera que haya escrito su diario alguna vez, es deplorable. Hay actores de relleno que aportan lo justo para que uno pueda sonreír tranquilo al intuir el inevitable cagallón que se nos viene encima. El clon de Amelie y el de Bridget Jones se unen para presentarnos sus patéticas pero asombrosas vidas y regalarnos embrollos y giros inesperados mientras intentamos no clavarnos lo primero que tengamos a mano. Para dar de comer aparte está el señor Jack Black, posiblemente el peor actor vivo al que espero (y lo digo muy en serio) que en cada aparición algún técnico de sonido, iluminación o maquillaje (por este órden) aparezca en cuadro y le arree un bofetón porque: a) interpreta repulsivamente, b) está algo grueso y c) considero que podría arreglárselas mejor vendiendo máquinas de escribir. Además, observar el bronceado de Jude Law en el invierno de la campiña inglesa ya te anticipa que estás delante de un peliculón que no ha ahorrado en detalles sin importancia. Y para colmo el looby judío tiene también su pequeño papel (un papel de dioses humildes) que nos recuerda que el éxito es posible si va asociado a la modestia. Impresionante.

El final es vergonzoso a la par que desternillante. Hasta Jack Black, ciego de cazalla, se marca un par de pasos de baile sin ningún tipo de pudor. Película vista, muy vista, más que vista, que a los aficionados de lo rosa debería sonrojar por el pobre nivel mostrado en cada apartado de la obra. No pierdan el tiempo. Las emociones en el cine nunca viven del papel de un guión, son exteriorizadas por los protagonistas del film, aquí obviamente encocados y adulterados hasta el mismísimo tuétano. Insisto, ahórrense este mal trago y gasten su tiempo en, por ejemplo, hacerle la caídita de Roma a su señora. Sinceramente, El Rey Arturo es muchísimo mejor que esto. Siempre suyo. Txarly.

PD. Pablo Kurt, usuario de Filmaffinity por un foro en esta página. YA!!